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Alejandra Araya
ñero. Pero, Cupido hizo lo suyo (y Rodolfo también)
-Ceci, ¿me parece o estás celosa? Comentó Iván.
-¿Celosa, yo? Escuchame una cosita, yo no compito con na-die. Tengo
34 años, soy universitaria, ¿quién te creés que soy?
-Mujer, Ceci, sos mujer.
Cecilia llamó a su hermano Fabián para comentarle lo que estaba su-
cediendo con Rodolfo e informarle del sucesorio.
-Ceci, me parece bien que el viejo sea feliz.
-Ok, ok, Fabián, no quiero discutir con vos. Veo la solidaridad mas-
culina en estos temas.
-¿De qué solidaridad me hablás?
-Iván y vos piensan igual.
-No es solidaridad, Ceci. ¡Es sentido común!
-Bueh, lo dejemos ahí. Pero lo del sucesorio de la casa es prioritario,
mirá si al papi le da un patatús y esta vaga se queda con todo.
-¿Qué bicho te picó? Respondió Fabián.
Entonces, Ceci echó mano a sus estrategias de persuasión y manipu-
lación.
-Esa casa es de la mami, fue un regalo que nuestro abuelo que vino
de España y luchó con tanto sacrificio le hizo a su hija más chica. ¿Te
acordás cómo la cuidaba la vieja? ¿Cuántas horas pasaba en ese jardín
con sus plantas?
A la semana, el oficial de justicia estaba notificando a Rodolfo que
sus hijos se habían hecho parte en el juicio sucesorio. Como quería in-
vertir su tiempo en otros proyectos, Rodolfo se fue a vivir con Adriana.
Hicieron el crucero y de regreso, decidieron casarse.
-¡¿Casarse?! Una de dos, o está loco o tiene una calentura…
-Che, más respeto, es tu padre. Mandó la invitación. ¿Vas a ir? Pre-
guntó Iván.
-NEP. Ni En Pedo. Aclaró Cecilia.
-Fabián viene para el casamiento. Y yo…
-¿Vos, qué? Me imagino…
-Voy, Ceci. Perdoname, no tengo nada que ver con el resentimiento
que vos tenés hacia tu padre.
-¡Traidores! Me dejan sola.
-Es inútil, no comprendés. Tu viejo se animó a cruzar la barrera de
sus miedos. No le han regalado nada. No sé ni me importa qué clase de