Revoluciones y crímenes políticos en San Juan
Juan Carlos Bataller
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Rosauro Doncel
Revuelta en la madrugada
La primera revuelta se produjo en la noche del 5 al 6 de setiembre.
Todo se había iniciado, al parecer, en un sector de la Cámara de Diputados.
Un grupo de estos,
entre los que se encontraban Javier Baca, Javier Garramuño, Francisco Aguilar y Ramón Castañeda se
dispuso a destituir al gobernador.
Es así como un grupo, comandado por Baca y por el oficial de guardia del cuartel de San
Clemente, Sandalio Gómez, apoyado por varios ciudadanos, entre otros Nicanor Garramuño y Melchor
Barrionuevo, actúan esa madrugada, toman de sorpresa a Rosauro Doncel y lo apresan.
-Gobernador, usted tiene que renunciar.
Doncel los miró extrañado.
En los últimos días habían corrido rumores que nadie sabía de donde surgieron.
Uno de ellos señalaba que Domingo Faustino Sarmiento estaba gestando un levantamiento en la
provincia.
El rumor decía que Sarmiento
“quería terminar con la influencia de Roca en la provincia”
y por
eso apoyaba la destitución de Doncel.
Las versiones se autoalimentaban por la reciente renuncia de don Cirilo Sarmiento, ex ministro de
Hacienda de Doncel, quien se había alejado del gobierno resentido con el oficialismo, adoptando una
posición netamente opositora.
El caso es que con el gobernador sometido en la madrugada, el proceso
“revolucionario”
estaba
en marcha. Y sus autores estaban dispuestos a seguir adelante.
Doncel no tuvo más remedio que renunciar contra su voluntad.
Paralelamente, nueve diputados eran detenidos por los sediciosos, con lo que el motín alcanzaba
mayores proporciones.
La Legislatura, disminuida en su número, intentó resistir el
“golpe”
institucional, ante lo cual los
“revolucionarios”
convocaron a una asamblea de vecinos.
Los insurgentes, autodenominados
“septembrinos”
-por el mes- decidieron en asamblea designar
a Cirilo Sarmiento nuevo gobernador interino de San Juan.
Y don Cirilo, ese mismo día 6, comunicó su designación al ministro del Interior, doctor Bernardo
de Irigoyen
“por votación directa de una gran porción del pueblo de esta capital y departamentos adya-
centes, según instruye el acta del plebiscito”.
Una primavera de motines
Gobernaba San Juan, en 1877, Rosauro Doncel.
Hombre de confianza de Domingo Faustino Sarmiento, había asumido el 12 de
mayo de 1875 y encarnaba con fidelidad el acuerdo autonomista nacional inaugurado
por Avellaneda y Alsina al asumir el gobierno nacional en el 74.
San Juan vivía una época nueva. Las pasiones continuaban vivas pero el clima
social era otro: ya no son las luchas por la emancipación ni las imposiciones morales o
religiosas las que dominan la escena sino los halagos de la vida.
Comienzan a construirse viviendas con ciertas pretensiones arquitectónicas, se
multiplican las fincas en la zona rural, se trabaja en la construcción de la Casa de
Gobierno (que se inauguraría en 1884). En fin, ya no había temores a las montoneras o
invasiones que tanta sangre y bienes costaron.
Pero aquel año 1877 iba a deparar dos sorpresas, casi diríamos risueñas por sus
ingredientes si no fuera porque en ambas estuvo en jaque la autoridad provincial.