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El primer tema tratado fue la renuncia de Del Carril.
“No puedo continuar al frente de los nego-
cios públicos pues las medidas que tendría que adoptar serían interpretadas como dictadas por un espí-
ritu vengativo pero aconsejo para el bien del país que debe armarse el gobierno de una espada que corte
la cabeza del fanatismo y la cadena de la licencia. Hacedlo, pero no dejeis equivocar la necesidad con
la venganza”.
Aceptada la renuncia, el diputado Ruperto Godoy propone que se deje de lado el mecanismo elec-
toral y se designe por seis meses un gobernador el que gozará de facultades extraordinarias durante tres
meses.
Apoyada por unanimidad, la iniciativa se transforma en ley y resulta electo don José Navarro,
presidente de la sala en ese momento.
Es así como la primera medida, siguiendo el consejo de Del Carril, es la formación de una fuerza
militar, encargándose de tal tarea al comandante Nicolás Vega,
militar español, unitario declarado, que
formó parte del Ejército de Los Andes.
Las penas a los vencidos fueron duras.
A José Santiago Paredes se le formó causa criminal. En octubre se conoció la sentencia que afir-
ma que “su crimen está comprendido en el de alta traición”. Paredes había huido a los Llanos de La
Rioja. Enterado Facundo Quiroga de lo resuelto lo remitió inmediatamente a San Juan..
Al clérigo Manuel Astorga se lo condenó a la pena de muerte pero por decreto se resolvió que
“esta misma noche, dispensando la pena que tiene bien merecida, saldrá desterrado para el estado de
Chile, quedando todos sus bienes conocidos en favor del erario público”.
El presbítero Dionisio Rodríguez “saldrá asimismo, debiendo perder sus bienes si antes no
deposita en Tesorería la multa que le ha cabido”.
Salieron también desterrados el sacerdote José de Oro, Juan José Robledo y Manuel Torres.
A las primeras escaramusas en La Rinconada de Pocito, Olazabal abandona el campo de batalla y
huye aterrorizado, quedando al frente de los defensores el ministro prebistero Manuel Astorga..
Aldao obtiene la victoria en La Rinconada —esta fue la primera batalla en ese lugar trágico— y
entra en San Juan en horas de la tarde el día 9.
Repuesto Salvador María del Carril en el cargo, Aldao regresa a Mendoza.
La factura que pasó Mendoza ascendía a 19.104 pesos y 7,50 real plata boliviana, suma fuerte para
esa época. Todo da a entender que fue la Nación la que pagó ese importe.
Del Carril renuncia
El 12 de setiembre se realizó una sesión extraordinaria de la Sala de Representantes. Tuvo que
sesionar con quorum estricto pues faltaron todos los diputados comprometidos en el alzamiento.
Revoluciones y crímenes políticos en San Juan
Juan Carlos Bataller
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Un gran gobernador
Los sucesos de 1825, originados en el fanatismo religioso de un irresponsable grupo diri-
gente que no trepidó en utilizar a los presos de la cárcel para derrocar a Salvador María del
Carril, primer mandatario electo —y reelecto— por el voto popular, privaron a San Juan de un
gran gobernante.
Afortunadamente, su genio no se perdió sino que durante cincuenta años sirvió a la
Nación desde los más altos cargos.
Pero una vez más quedó de manifiesto ese rechazo de los sanjuaninos por los hombres
intelectualmente superiores.
¿Acaso el gran Sarmiento, en 1886 y después de haber sido presi-
dente, no perdió una elección como candidato a diputado contra un oscuro ex jefe de Policía
llamado Agustín Cabeza, por 3.683 votos contra sólo 2.037?
Del Carril
modificó las estructuras del Estado, las leyes orgánicas de la administración
pública, la cultura y la educación. Trajo la imprenta, obligó a que se publicaran los actos oficia-
les, defendió la libertad de pensamiento, organizó la justicia —creó el departamento de Justicia,
base de este poder del Estado—, se preocupó por las cuestiones urbanas, fomentó la forestación
-que casi no existía en aquellos años-, creó el Reglamento de Policía de Agua (anticipo de la Ley
de Aguas), fomentó el desarrollo agrícola y se preocupó por las explotaciones mineras.
Sin embargo su figura siempre fue discutida por algunos historiadores,
más cercanos al
pensamiento de aquel Sargento Joaquín Paredes, (alias Carita) que del progreso de la sociedad.
Tras ser repuesto en el cargo de gobernador y renunciar,
Del Carril dejó la provincia. En
1926 fue ministro del presidente Rivadavia, con sólo 28 años. Luego ministro del Interior y vice-
presidente de la Confederación Argentina durante la presidencia de Urquiza, constituyente en
1853,
ministro y presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, designado por el pre-
sidente Bartolomé Mitre, entre otros importantes cargos.
Falleció en Buenos Aires, a los 84 años, el 10 de enero de 1883.
Al despedir sus restos Sarmiento dijo:
“A Del Carril debemos ser hoy argentinos”.
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