La revolución religiosa
El joven Salvador María Del Carril era un gran gobernador. Todos estaban de acuerdo en ello.
Activo, inteligente, inquieto, culto, era el hombre con las condiciones necesarias para sentar las
bases de San Juan como provincia.
Quizas por su juventud o tal vez por sus convicciones, lo cierto es que fue con sus iniciativas
mucho más adelante de lo que podía aceptar la sociedad en su conjunto en el momento en que se vivía.
Y ahí empieza esta historia.
El 6 de junio de 1823, comienzan los problemas cuando por decreto, el gobierno declaró la refor-
ma eclesiástica, aboliendo el derecho que se cobraba sobre los óleos, secularización de regulares, des-
vinculación de bienes de manos muertas y releva a los fieles de llevar capilla y velas, todo de acuerdo
con la Asamblea del año 13.
Pero sería recién en 1825 cuando la crisis estalla.
La reforma eclesiástica emprendida a pocos meses de asumir su gobierno se enlaza con su obra
más admirable: la Carta de Mayo.
Los historiadores coinciden en que no se trató de una constitución sino en una declaración de dere-
chos del hombre, comparada con la célebre Carta Magna de los ingleses.
El proyecto tuvo entrada legislativa el 6 de junio de 1825, por iniciativa del Poder Ejecutivo.
El día 11 se aprobó en general sin observaciones.
Y lo mismo pasó con los primeros artículos,
hasta que el día 23 de junio, todo cambio sustancialmente.
El presidente del cuerpo informó que había recibido del Poder Ejecutivo tres paquetes que conte-
nían peticiones del pueblo.
Básicamente, había más de 1400 personas que pedían la sanción de la Carta de Mayo y 683 per-
sonas que solicitaban la no sanción de los artículos 16 y 17 como se habían presentado.
Se entabla entonces una discusión sobre si se convoca a los impugnadores del proyecto para ser
escuchados en el seno de la Cámara o se enviaban las peticiones a una comisión especial.
El ministro secretario, José Rudecindo Rojo, intervinó y dijo:
—Yo no puedo compartir este criterio pues sería eternizar la cuestión.
Que se giren las peticio-
nes al archivo y se resuelva por votación nominal.
Un anónimo fijado en la puerta de la Casa de Gobierno el 1 de julio, fijaba posiciones sobre los
diputados que no asistían a las reuniones:
“El Ejecutivo con sus mañas y cohechos logrará por un momento sancionar lo que quiera pero
su caida está próxima.
Revoluciones y crímenes políticos en San Juan
Juan Carlos Bataller
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El principal protagonista
Salvador María José Del Carril nació el 10 de agosto de 1798, en una casona patriar-
cal, ubicada en la calle del Cabildo. Bautizado en la Iglesia Matriz como Salvador María
José, era el cuarto hijo de una familia muy acaudalada.
Se graduó en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Córdoba, en 1816.
Con el fin de poder optar por el título de abogado, se trasladó a Buenos Aires, ingre-
sando en la Academia Teórico - Práctica de Jurisprudencia, donde realizó una práctica de
tres años mientras desempeñaba un cargo administrativo en el ministerio de Hacienda.
Regresó a San Juan a fines de 1819 con ideas realmente innovadoras para la época.
Salvador María José Del Carril según una carbonilla de Santiago Paredes