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Alejandra Araya
berías con su familia.
-Y, cómo te fue de viaje.
-Masomenos. ¡Me arrancaron la cabeza en el restoran! ¿Y en el hotel?
¡Me costó igual que un cinco estrellas en Buenos Aires!
-Pero estuviste en contacto con la naturaleza, disfrutaste con tu fa-
milia. ¿Hiciste trekking, anduviste a caballo?
-Sí, pero la rodilla. ¡Me jodió todo el tiempo! Me llevé un diclofenac
para inyectarme.
Al día siguiente, la secretaria le informó al Chato que lo estaban es-
perando unos chicos.
-Sr, han venido muchísimas veces. No sé qué decirles.
-Bueh, a ver. Que pasen.
Eran 4 chicos de 6to año que avalados por una nota de su Directora,
comenzaron la charla.
-Ramírez, dijo el más dispuesto, su empresa es pionera en el rubro
en San Juan.
-Además, agregó otro chico, el vino es la bebida nacional…
-¡Tenemos la idea de hacer un programa de radio y necesitamos
apoyo! Dijo finalmente el líder del grupo.
-¿Qué clase de apoyo?
-Sponsor. Desde su responsabilidad social empresaria estaría gene-
rando un espacio de reflexión, comunic…
No pudo terminar.
-Mirá, pibe, este año no ha sido muy bueno para ningún productor
en San Juan. Estamos esperando un subsidio del Ministerio de Agricul-
tura de la Nación para masomenos cubrir los gastos. Otra vez será.
El Chato y Raimundo tenían una finca y asesoraban en materia agrí-
cola a empresas.
-Tengo miles de problemas. Dijo El Chato mientras conducía para el
campo.
-Einstein decía que un problema que no se puede resolver sólo es
posible resolverlo desde otro nivel. Comentó Raimundo.
-¡Vos la tenés fácil, mi hermano! Tu mujer no te rompe las pelotas,
tus hijos se fueron a estudiar a Córdoba y tampoco te joden. Vos sos
único hijo y te quedó toda la herencia.
-Si no ves todo lo que tenés, siempre creerás que te falta algo.
