la_cena_de_los_jueves2 - page 106

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Miradas
No le dio importancia y siguió con sus tareas. Camino a su casa, por
calle San Luís, el cuello de botella de autos formaba una larga fila. El
cartel decía: “Disculpe las molestias, estamos trabajando para ud”. Tra-
ducción en su cabeza golpeada: Jodete por haber tomado por esta calle.
No sabemos cuándo vamos a terminar.
Esto lo empezó a preocupar: la segunda lectura se revelaba que-
riendo manejar su vida. No era una locura, lo estaba viviendo real-
mente. Se calmó al llegar a su hogar luego de un día arduo de trabajo.
Su hijo de 6 años le tendió los brazos al tiempo que le mostraba el
cuaderno de comunicación: “Sres Padres, su hijo hoy no trajo los mate-
riales de Plástica para trabajar en clase. Por favor, le pedimos que tenga
en cuenta esta situación para la próxima vez”. En vez de eso él leía: ¡Che,
pasale más bola a tu hijo y ayudalo a preparar la mochila! Hoy rompió
la paciencia en la hora de Plástica.
Como lo llamó su amigo Jorge para tomar un café, aprovechó para
distenderse un rato y olvidarse del tema. Así que se juntaron en una Es-
tación de Servicio. Al hombre se lo veía cabizbajo.
-¿Qué te anda pasando? ¿Te peleaste con tu novia Vero?
-No, todo bien con ella. Es mi hijo, mirá el mail que me mandó. Ya
era tarde, le pasó el teléfono para que lo leyera: “Sé que probablemente
lo ves como un proyecto de pareja y es parte del vínculo que uds cons-
truyeron, pero yo ya soy grande, vivo lejos y prefiero mantenerme a
cierta distancia de todo lo que sucede en San Juan”
-¿Qué me decís?
Quería y respetaba mucho a Jorge. No se animó a darle la segunda
lectura. Providencialmente, llegó Pedro, un amigo en común que se
sentó a la mesa para hablar de fútbol.
Esa noche no pudo dormir, dio vueltas y vueltas en la cama. Su es-
posa le preguntó si se sentía bien. Tuvo que levantarse. Analizando la
situación, esta segunda lectura que había tomado el mando de su vida
se limitaba sólo al texto escrito. No había de qué preocuparse. De todas
formas, consultaría al médico para hacerse un chequeo.
En la sala de espera del Centro Médico le dio ganas de ir al baño. De
regreso la secretaria le dijo:
-¿Sr Gutiérrez? ¡Lo llamé hace rato! Lo está esperando el doctor. Tra-
ducción: “Vamos, vamos, muévase que no tenemos todo el día para
atenderlo”. La cara se le puso tensa. ¡Su enfermedad había avanzado
del texto escrito al oral! La consulta con el clínico fue muy limitada. Es-
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