El asesinato del gobernador
Manuel Bernardo Agüero, tenía sesenta y tres años. Era soltero y tenía una casa en el departamento
Pocito, en la calle Aberastain, en el paraje denominado "La Rinconada". Agüero era primo hermano del
gobernador Amable Jones y se desempeñaba como comisionado municipal en el departamento.
Aquella mañana del viernes 18 de noviembre de 1921 Agüero llegó al domicilio particular de
Jones a hora temprana.
—Te mandé llamar,
Manuel, porque el domingo voy a andar por Pocito.
—Ahá... ¿Vas a venir por casa?
—Voy a ir con don Juan Meglioli para tratar de arreglar la mejor manera de distribuir el agua
en las propiedades de éste señor...
—Don Juan está pensando en hacer algo grande en Pocito...
—Así es.
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Hacía cuatro meses que se editaba
"La Verdad".
Dirigido por Noé Videla, la publicación aparecía los jueves y domingo y estaba totalmente
encolumnada con el cantonismo. Tanto que tenía como lema
"Combate la tiranía de Jones — No teme
las persecusiones".
Aquel domingo 20 de noviembre, La Verdad traía un aviso que sería tema de conversación en
todos los cafés.
—¿Vio este aviso?—
, preguntaban con un guiño cómplice los mozos de La Castellana a los pa-
rroquianos madrugadores.
El cartel ocupaba media página, con orla de luto, como suelen hacerse los avisos fúnebres y decía:
"Liquidación. Se liquidan todas las existencias de la tiranía Jones por ausentarse definitivamente
de la provincia el empresario”.
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Leonardo Heard, se llamaba el morocho y acababa de cumplir 31 años.
Leonardo tenía un taller a cinco cuadras de la Plaza 25 de Mayo, en la calle San Luis 485, donde
se dedicaba a arreglar autos y de vez en cuando hacía alguna changa como "chauffeur".
Era domingo aquel 20 de noviembre de 1921. Y Leonardo había llevado un auto propiedad de un
Revoluciones y crímenes políticos en San Juan
Juan Carlos Bataller
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Amable Jones
Ahí estaba, con su extrema delgadez, su
pelo corto y sus enormes bigotazos con las pun-
tas lévemente levantadas.
Es cierto, parecía más joven que los 52
años que indicaba el documento.
Pero no era precisamente la edad lo que
distinguía al personaje.
Lo evidente, lo que saltaba a los ojos de
quienes lo observaban aquel 9 de julio de 1920,
era que ese hombre era absolutamente ajeno al
lugar.
Era una cuestión de pertenencia.
O, más concretamente, de falta de perte-
nencia.
-¡Mirá qué ridículo! ¡Se ha puesto la
banda sobre el pecho, como si fuera el presidente
de la república!
—No me dirás que no es elegante...
—¡Por favor! A lo ridículo ahora le lla-
man elegancia.
—En esta provincia de analfabetos, nunca
van a aceptar a un intelectual como el doctor
Jones
Estaba claro.
Poco tenía que ver con el San Juan de los
años 20 aquel hijo de Juan Jones y Jesús Bazán
que había vuelto a la provincia treinta años
después de la partida para transformarse en go-
bernador electo.
Poco tenía que ver Amable Trifón Jones,
descendiente de ingleses, sicólogo de nota
reconocido en Buenos Aires y París, con aquel
ambiente provinciano.
Amable estudió en el Colegio Nacional,
donde fue compañero de Abraham Tapia, quién
sería su ministro de Obras Públicas.
Luego se fue a Buenos Aires.
Tras graduarse, realizó estudios de fisi-
ología cerebral entre los cuales se citaban su
álbum de cortes normales del sistema nervioso.
Junto con Ramos Mejía fundó el Hospicio de las
Mercedes. Fue jefe de laboratorio de Clínica
Psiquiatra y profesor de la materia en la Facultad
de Medicina de Buenos Aires; médico del hospi-
tal de las Mercedes, donde sus experimentos de
histología normal y patología de los centros
nerviosos llamaron la atención .
Y vivió luego en Francia, donde estaba muy
bien conceptuado y presentaba trabajos en la
Sociedad
Científica de París.
Como que fue
miembro "honoris causa" de la Sociedad de
Psiquiatría, Neurología y Medicina Mental.
Amable Jones