la_cena_de_los_jueves2 - page 32

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veche con más conciencia nuestra agua de
riego, creo que es imprudente extender más
los cultivos.
—Esto es imparable...
—No sé si es imparable. Ya el río nos ha dado
muy malos ratos y si la imprudencia nos lleva
a cultivar y cultivar, habrá años de grandes
fracasos. San Juan necesita diques, canales,
sistemas de riego que ahorren agua.
Don Emilio Langlois, que había permanecido
callado, dio su opinión:
—Yo creo que el porvenir de la industria viti-
vinícola se afianzará en base al estaciona-
miento del producto. El vino estacionado en
buenas condiciones adquiere consistencia, cla-
ridad y sobre todo bouquet. Pero yo veo que
están apareciendo muchos bodegueros a los
que sólo les interesa la cantidad de kilos por
hectárea y la rapidez con la que el vino sale al
consumo...
—De eso usted sabe mucho, don Emilio...
—Mire, desde la muerte de Pasteur, todas las
industrias basadas en la fermentación no han
dado un paso adelante. Hay una gran diferen-
cia cuando se utiliza roble. Pero cuidado, no
es lo mismo si el casco es nuevo o usado...
Además, es fundamental la refrigeración y la
limpieza de las vasijas. Otro tanto pasa con
las variedades. No sea cosa que por producir
un kilo más caigamos en uvas que no tienen
futuro. Yo he plantado 90 hectáreas de
Malbec. Creo que esa uva tiene futuro.
D
e estas cosas hablaban estos inmi-
grantes que con esfuerzo e inteli-
gencia se habían transformado en
hombres próspero y conducían empresas que
daban trabajo a centenares de personas, en
1921.
Pero el tema político no podía estar ausente.
Y fue don Germán quien lo tocó:
—¿Y cómo irá a andar nuestro goberna-
dor? Ustedes saben que yo viajo mucho y
poco sé de estas cuestiones políticas...
Fue Del Bono quien le hizo un resumen:
—Mire... estamos esperando. El hombre
sigue en Buenos Aires y no da señales de
vida... Mientras acá los radicales se están
destrozando entre ellos...
—Me han dicho que es un hombre muy estu-
dioso y mesurado—, comentó Langlois.
—Debe serlo por sus antecedentes. Lo que yo
no sé es si es ducho en el manejo político...
¿O usted se cree que San Juan se maneja sólo
con palabras bonitas y buenas ideas?
Aunque ellos se consideraban simplemente
empresarios ajenos a la política, se sentían
muy cómodos con los gobiernos conservado-
res. Y les preocupaba los nuevos aires que se
vivían en el país desde la llegada de Yrigoyen
al gobierno.
Los bodegueros sanjuaninos se habían opuesto
tenazmente a la intervención de la provincia.
Cuando se vio que era un hecho la llegada de
un interventor, comenzaron a actuar de inme-
diato. Fue así como San Juan amaneció con
todas sus estatuas vestidas con túnicas negras
y los focos de alumbrado con crespones.
En el diario El Porvenir apareció un aviso
fúnebre que decía:
Responso a la autonomía provincial
Muerta por un decreto nacional el día 17 de
octubre de 1.919.
Sus deudos, la Constitución Nacional, la
Constitución Provincial, la industria, la agri-
cultura, el comercio y la paz social.
El entierro se verificará el día que llegue el
señor interventor federal.
N
o conforme con ellos, los bodegue-
ros resolvieron un paro de 24 horas,
que fue acatado unánimemente.
“Los hombres de negocios, ajenos en absolu-
to a la política, se muestra recelosos y ante el
temor de una situación que no ven muy clara
han resuelto paralizar todas las operaciones,
restringir los créditos, detener, en una pala-
bra, el progreso comercial de San Juan”,
comentó La Prensa el martes 4 de noviembre.
Pero los hombres de negocio no eran
“ajenos
en absoluto a la política”..
Y aquel día en casa de don Santiago
Graffigna, cuatro de los más poderosos
seguían con sus conversaciones.
—Me dijeron que el interventor Escobar
declaró en comisión al Poder Judicial...
—Ya empiezan a mostrar las uñas... Quieren
radicalizar San Juan. Esto es algo que se veía
venir, por eso nos opusimos tanto a la inter-
vención—,
decía Del Bono.
(Fuente: Declaraciones de los empresarios en el Libro
de Oro de Cuyo — 1922— y El radicalismo bloquista en
San Juan — Susana T. Ramella de Jefferies)
Las familias Del Bono y Graffigna en una foto de 1886. En el centro, parado,
aparece Juan B. Del Bono y a la derecha de éste, don Santiago Graffigna.
El tercero, de izquierda a derecha, es Bartolomé Del Bono.
Una vista del
establecimiento
“Las Piedritas” que
don Emilio Langlois
construyó en Pocito.
“Yo veo que están apareciendo
muchos bodegueros a los que
sólo les interesa la cantidad de
kilos por hectárea y la rapidez
con la que el vino sale
al consumo...”
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