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descubrir la persona en su intimidad.
— ¿El ejecutivo del futuro trabajará para una única empresa o será su
propio empresario independiente que conduce sistemas laborales pre-
viamente diseñados?
—En mi visión, uno de los cambios paradigmáticos más característicos
de este siglo será el final de la relación de dependencia, así como la “in-
dependencia”. Vamos a modelos de trabajo “Interdependientes”, como
modelos más flexibles y dinámicos de la relación entre personas y en el
modelo clásico de Capital — Trabajo. En muchas ciudades de nuestro
país, ya se trabaja en el modelo de “co-working”, que es una cooperativa
de trabajo moderna. También existen modelos de trabajo como el “home
working”, o trabajo desde el hogar. Sistemas mixtos de retribución (con
asignaciones fijas y variables). En grandes empresas, las tareas de alta
especificidad se tercerizan o contratan a grupos altamente especializa-
dos y que mantienen contratos de confianza en el tiempo. (ej: servicios
de software, capacitaciones diseñadas a medida, auditoría y control,
etc.).
—¿Podrán todas las empresas poner en marcha estas modalidades de
trabajo?
—La productividad de las organizaciones que no puedan incorporar
estas modalidades se verá afectada, al punto de desaparecer. El Estado,
también deberá buscar modalidades para lograr eficiencia en su capital
humano, sin ceder su rol fundamental de brindar los servicios que le
son naturales o propios. (Ej: Salud, Justicia, Seguridad, etc.)
Universidades, cámaras empresarias, gremios, y los gobiernos entre
otros, deberían comenzar a preparar la legislación, educación, estructu-
ras y modalidades de relación para que estos nuevos modos de vínculos
sean beneficiosos para cada una de las partes.
— ¿Cómo se preparará al ejecutivo para enfrentar su futuro si es des-
plazado de una empresa y tiene más de 50 años o está obligado a ju-
bilarse a los 65 cuando tiene mucho para dar?
—Una persona que llega a los sesenta años y no ha podido diseñar su
futuro próximo, es un “pronto muerto civil”. Ya no lo reciben en la obra
social, se jubila con la mitad de sus ingresos (en el mejor de los casos),
y siente la gran frustración de tener todavía “mucho para entregar y re-
cibir”. Por otra parte, ser ejecutivo de una gran empresa, no implica ser
Juan Carlos Bataller