la_cena_de_los_jueves2 - page 81

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JONES
observador audaz de los abismos espantosos
en que naufraga la razón humana.
De su larga práctica clínica en los manico-
mios, el Sr. Jones solo revela cierta manía
pacífica que llamaríamos reflejo del delirio
de grandezas, tomado quizá por sugestión, de
los pacientes tratados.
Cuentan en San Juan que en cierta ocasión, el
Sr. Jones, en un discurso inaugural dijo:
—Yo he escalado las más altas cumbres de
la ciencia...
Los pobres sanjuaninos se quedaron atónitos
ante aquel “pozo de sabiduría” que les man-
daba el señor Irigoyen.
Más, hay mucha bonhomía en el magistrado,
un fondo de bondad que no pasa desapercibi-
do para quienes le tratan, una predisposición
a la tranquilidad espiritual que contrasta con
la atmósfera de escándalo, de atropello y de
subversión institucional en que el destino ha
querido que se desempeñe.
Extraño a los problemas del derecho, sin
experiencia en la vida pública, sin nociones
arraigadas de los principios que rigen el orga-
nismo institucional, no puede asombrarnos su
fracaso como mandatario.
El Sr. Estrella
E
l señor Juan Estrella, actual presi-
dente provisorio del senado en ejer-
cicio legal del P.E., es nativo de
Mendoza y se halla radicado desde hace
muchos años en San Juan.
Su larga actuación en la magistratura como
secretario del Juzgado Federal en San Juan,
puesto en el que logró jubilarse, ha hecho que
posea a la fecha la experiencia jurídica y el
concepto del derecho como los más viejos
profesionales en la interpretación de la ley.
Hombre amante de la cultura, ha presidido
por largos años la famosa Biblioteca Franklin
que creó Sarmiento, acumulando miles y
miles de volúmenes en aquel vetusto rancho
de la calle General Acha y Laprida, propie-
dad de la institución, en cuyo solar contiguo
se ven ahora los gruesos y altos pilares de
hierro en que ha de apoyarse el futuro palacio
que albergue el tesoro bibliográfico legado
por el genio estupendo...
El Sr. Estrella es un hombre sencillo, modes-
to, sin ambiciones políticas, que por un azar
se ve colocado en este puesto de sacrificio
que constituye la gobernación interina, a
merced de las policías del Sr. Jones, jugándo-
se a “pura pérdida” en una aventura muy
parecida a aquella de Sarmiento, cuando lo
encerraron en los altos del Cabildo, para afei-
tarlo, los secuaces de Benavídez.
Coincidencia singular; en ese mismo solar
del caserón histórico, el señor Estrella ha
establecido su despacho oficial...
El enviado de LOS ANDES fue a entrevistar-
se con el Sr. Estrella, que le estrechó efusiva
y largamente la mano, agradeciendo conmo-
vido la independencia y la valentía con que el
viejo diario cuyano, se ha expresado en pre-
sencia del conflicto de poderes surgido en
San Juan.
A nuestras preguntas, el presidente provisorio
del Senado, manifestó no desconocer los
peligros y responsabilidades que emanan de
la actitud asumida, si ha de oponer a los
excesos de la violencia, la majestad del dere-
cho y los principios de la democracia, repre-
sentados, en este caso, por un hombre sin
bienes de fortuna, sin un partido organizado
que lo ampare, sin un pueblo decidido y exal-
tado que le rodée, sin más arma de defensa
personal que los textos de la Constitución y
de las leyes, de que deriva su mandato.
El Sr. Estrella nos muestra toda la documen-
tación legal del pleito político en que le toca
actuar, las constancias de la acusación al
gobernador Jones y por fin, nos señala el artí-
culo 140 de la Constitución sanjuanina, que
dice textualmente lo siguiente:
“Desde el momento que la Cámara de
Diputados declare, en la forma prescripta, que
hay lugar a formar causa a alguno de los fun-
cionarios designados en el Art. 131, lo hará el
acusado suspendido en las funciones que ejer-
za y se procederá a reemplazarlo interinamen-
te hasta la conclusión del juicio. Si fuese
absuelto por el Senado quedará repuesto en el
empleo”.
—¡Sí, sí,
—interrumpe el cronista—
todo
está muy bien, pero la Constitución es
“música celestial” en estos momentos de
transgresión absoluta.
—Perfectamente, amigo,
—contesta el Sr.
Estrella—,
pero eso no justifica un acto de
cobardía de mi parte y yo no puedo aban-
donar el puesto del deber en que los aconte-
cimientos han venido a colocarme y donde
debo sacrificar hasta mi vida si es preciso,
oponiendo la autoridad de la ley a las
imposiciones ciegas de la violencia y de la
fuerza arbitraria.
El mandatario habla con profunda convicción
y con una firme resolución también, que nos
conduce a creer que hay en aquel la energía
suficiente para producir el acto culminante
que como reconfortante ejemplo, reclama el
pueblo de San Juan en estos momentos incier-
tos de aplastamiento cívico.
Esta nota, escrita por un enviado especial, fue
publicada en el diario Los Andes, de Mendoza, el 13
de junio de 1921. Es importante su reproducción
para advertir como la prensa conservadora había
tomado posición sobre el tema.
Viene de página anterior.
El artículo publicado en el diario Los Andes de Mendoza el día 13 de junio de 1921.
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