o menos felices.
Pero esta vez su arte no le dio resultado y me
llamó a mi.
Vi al enfermo, me alarmó su estado y pedí
que se llamara a un distinguido cirujano,
quien lo vio y dijo que era indispensable
hacerle una operación quirúrgica.
Se le dio cloroformo, el cirujano tomó el bis-
turí abrió las partes blandas separó todo el
pús que bañaba la pierna enferma y descubrió
el hueso: estaba necrosado.
El cirujano iba a proceder a extraerlo pero el
padre, conmovido, creyendo que la pierna le
iba a quedar más corta y que sentiría mucho
dolor al extraérselo dijo:
—No lo hagan. Ya he visto cuál es la causa
de la enfermedad. Déjenlo que lo demás
corre por mi cuenta.
El cirujano se retiró.
¿Qué sucedió señor presidente?.
Los nuevos remedios aplicados también fra-
casaron, el enfermo se agravó, sobrevino la
72
En el Congreso de la Nación
se habló de una lista macabra
JONES
E
l debate se instaló nuevamente en el
Congreso de la Nación.
Se presentaron dos nuevos proyectos
para intervenir San Juan.
Uno, con la autoría de los diputados Valentín
Vergara, Juan Tamboniri y Mario Bravo,
fogoneado por la oposición, proponía que el
interventor debía ir a la provincia para vigilar
las elecciones y hacer respetar el juicio polí-
tico a Jones.
El otro, hechura de los radicales José María
Martínez, Arturo Anello y Pedro Gibert, no
mencionaba el juicio político. El objetivo,
solamente, era presidir las elecciones.
El diputado sanjuanino Marcial Quiroga, un
viejo médico de larga trayectoria política, ali-
neado con el bloquismo, disparó duro contra
Jones en aquellos días:
“Debo declarar, dada la sinceridad con que
debe hablarse en esta Cámara, que no me
anima ninguna mala voluntad personal hacia
el gobernador de San Juan, doctor Jones.
No entro a discutir tampoco toda la gran ilus-
tración y el talento que dice poseer.
Pero sí debo decir que, en medio de todas
estas grandezas de ciencia y espíritu que
podrá poseer, el señor gobernador es un mal
gobernante para mi provincia; es un pésimo
gobernante porque ha dado lugar al escánda-
lo institucional mas grande que registra la
historia de muchos años a esta parte en las
provincias argentinas”.
P
ara Quiroga, “los gobernantes, cuan-
do no son buenos, cuando no se ajus-
tan a las constituciones, son una ver-
dadera calamidad pública, son la ruina de los
estados. Hoy es imposible concebir un gober-
nante que pueda asumir las facultades extra-
ordinarias como pasa en mi provincia”.
“Yo pienso señor presidente, que si la ley
anteriormente sancionada por el Honorable
Congreso se hubiera cumplido fielmente en
su letra y su espíritu, esa pobre provincia no
habría estado siendo hasta la fecha el escán-
dalo y el hazmerreir de los logreros políticos
argentinos”.
“Hoy es imposible
concebir un gobernante
que pueda asumir las
facultades extraordinarias
como pasa en mi
provincia”
Adepto a las anécdotas y a los discursos
grandilocuentes, Marcíal Quiroga dijo en el
Congreso:
“Una vez fue solicitado por un padre de fami-
lia que tenía un hijo gravemente enfermo. El
se creía en condiciones de hacer de médico y
curaba.
Creía tener un ojo clínico, certero e infalible
contaba con una clientela más o menos cre-
yente porque había tenido algunos casos más
Diputado nacional Belisario Albarracín
Diputado nacional
Marcial Quiroga.
(
Ilustración de
Miguel Camporro
trabajada sobre una
foto del busto existente
en el hospital que lleva
el nombre del médico).
