la_cena_de_los_jueves2 - page 208

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JONES
se dice que nuestro diploma está manchado
de sangre.
No obstante que en la cárcel se alojó a más
de doscientos ciudadanos que no habían
tenido ninguna participación en el hecho, yo
fuí a San Juan dos días después y no se me
procesó, ni siquiera se me citó como testigo.
Con la misma lógica del señor diputado
Lloveras yo podría decirle que su diploma
está manchado con la sangre de Cantoni
derramada en Pampa Vieja, departamento de
Jáchal, cuya policía lo asaltó para asesinarlo,
ataque que él repelió acompañado de cuatro
ciudadanos, produciéndoe un tiroteo que
duró cuatro horas y sin que el gobernador
Jones ordenase telegráficamente la suspen-
sión de este cobarde y salvaje acto de fuerza.
También podría decir que su diploma está
manchado con la sangre de Miranda, mutila-
do en Pocitos.
Y podría todavía traer un crespón negro por
la muerte del ex presidente del partido radi-
cal en tiempo en que no había bloquistas,
señor Carlos P. Quinteros, que fue sacado de
su cama enfermo y obligado a dormir duran-
te cinco dias sobre el pavimento, sin más
abrigo que la ropa que llevaba. Esto tuvo por
consecuencia la reagravación de la enferme-
dad de que padecía y poco después su muer-
te, dejando en la orfandad a un grupo nume-
roso de niños de corta edad.
Para terminar, señor presidente, debo mani-
festar que en la elección del 2 de abril, en la
que obtuvo el triunfo la unión cívica radical
bloquista, ha habido actos de presión de
parte de los jonistas por medio de sus policí-
as y hasta del ejército nacional, para presio-
nar el electorado a ese objeto.
Ventura Lloveras (diputado radical)-
Pido
la palabra.
Tal vez aparezca ante los ojos de mis corre-
ligionarios como indisciplinado, pero la dig-
nidad y el honor me obligan a contestar a los
señores diputados con la altura, con la ener-
gía y con la caballerosidad que cuadra a un
radical de honor y a un argentino que desea
que no se manche la bandera de la patria con
crímenes tan alevosos y tan horrendos como
no ha de registrar otros la historia argentina.
En San Juan no ha habido arrebatos de
pasión;
aquello ha ocurrido por la feroci-
dad del espíritu de hombres que no tienen
sentimientos humanitarios.
Han efectuado un crimen que ha conmovido
al país entero y los asesinos no se contenta-
ron con destruir la persona del gobernador
sino de despedazar su cadáver. No es tolera-
ble que el resto del país crea que el pueblo
de San Juan es un pueblo de salvajes que se
matan como se matan los cafres en el Africa.
Allí, señores ha habido un crimen vulgar con
el agravante de haber sido meditado durante
mucho tiempo, porque por medio de anóni-
mos se le había comunicado al gobernador
de la provincia y a otros ciudadanos que
serían asesinados en cualquier momento.
Jones no era un hombre vulgar, no era un
pequeño de mirarlo con desprecio; era un
profesor de la facultad, un médico eminente,
un gobernante de una provincia.
Si se hubiera tratado simplemente de arreba-
tos de pasiones tal vez este crimen se hubie-
ra terminado cuando la víctima daba la últi-
ma expiración. Era necesario, ultimar tam-
bién a uno de los industriales más importan-
tes que ha tenido la provincia de San Juan.
...................
Y
no bastó que las balas homicidas
terminaran con sus vidas, sino que
una vez exangües se arrojaron
sobre sus cuerpos bombas explosivas para
destruirlos. Y todavía como señal de triunfo
quisieron cortarle una oreja para llevarla a la
persona que los mandara.
¡No, señor presidente! No es posible que
estas cosas hayan ocurrido en aquel pueblo y
que pasaran en silencio
Debo decir que en lo que se refiere a mi pro-
vincia, si bien es cierto que se congregaron
numerosos radicales alrededor del gobierno,
también es sabido que yo no formé parte del
gobierno del doctor Jones pero era su amigo
personal y era un radical que miraba desde
lejos estas dos tendencias que se empeñaban
en una mutua destrucción: una colocada en
la legislatura y la otra en el poder ejecutivo.
Y es lógico que en estas luchas políticas el
más débil sucumba ante el más fuerte. El
poder ejecutivo con la fuerza que tenía disol-
vió la legislatura y se impuso a objeto de
evitar mayores consecuencias.
Como digo, señor presidente, había mirado
desde lejos aquella situación hasta ese ins-
tante y me he convencido por la observación
imparcial y tranquila, sin animosidades de
ninguna naturaleza, que el gobernador Jones
en aquella circunstancia no hacía nada más
que defenderse contra estas agresiones cons-
tantes y amenazas que se le hacían diariamen-
te.
E
l doctor Jones ofreció a varios abo-
gados posiciones en la magistratura
local pero no quisieron ocuparlas.
¿Por qué?. Por razones políticas.
Y en este instante yo hago un cargo a los
señores conservadores de San Juan porque si
el doctor Jones buscó fuera de la provincia,
algunos abogados, fue porque los de San
Juan, constituídos en Colegio de Abogados,
no quisieron prestarle su concurso. Por des-
gracia, fueron de esta capital algunas perso-
nas cuyos antecedentes no les eran del todo
“Allí, señores ha
habido un crímen
vulgar con el agravante
de haber sido meditado
durante mucho tiempo,
porque por medio de
anónimos se le había
comunicado al
gobernador de la
provincia y a otros
ciudadanos que serían
asesinados en cualquier
momento”.
Ventura Lloveras
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