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EL SIGLO XX EN SAN JUAN
EL FLORECIMIENTO CULTURAL
a ciudad nueva invitaba a soñar. San
Juan resurgía y no sólo los edificios se
alzaban sobre los escombros sino que
en los años 50 la vida cultural recibía
un impulso fenomenal.
La música cuyana llegaba a Buenos
Aires y se instalaba con una fuerza que no volvería
a repetirse ante la repercusión popular de artistas
de la talla de Buenaventura Luna y la Tropilla de
Huachi Pampa, Antonio Tormo, Carlos Montbrún
Ocampo.
San Juan volvía a cantar y en junio de 1954
comenzaba sus actividades la Agrupación Coral
Sanjuanina bajo la direccion del maestro Juan
Argentino Petracchinni, quien ofreció su primer con-
cierto a finales de ese año.
Mientras tanto, la Asociación Amigos de la
Música ofrecía conciertos de música clasica.
En todos las artes se advertía un empuje
extraordinario. Pronto San Juan fue llamada la
“Ciudad de las Estatuas” por la cantidad de obras
plásticas que poblaban sus calles y en el parque de
Zonda, tomaba forma el Jardín de los Poetas.
En Refugio, gente de Artes, Ciencias y Letras, se
reunía buena parte de la intelectualidad y
comenzaba a tomar forma un grupo que
comandado por Rufino Martínez, el primer director
de Cultura de la provincia, que fuera designado por
el gobernador Américo García, se sentaban las
bases para un desarrollo orientado desde el Estado.
Así surgen una serie de instituciones como la
escuela de Arte Dramático, la escuela de
Periodismo “Domingo Faustino Sarmiento”, la
escuela de Títeres, la escuela Superior de Música,
el taller de Cerámica y el Instituto de Folclore, entre
otros.
No sólo se trabajaba en la creación sino que se
intentaba recuperar el pasado sanjuanino,
sepultado por el terremoto. Fue así como García y
Martinez concretaron los trámites para la
adquisición de más de 10 mil piezas del museo
Gneco (hoy museo Histórico Provincial) que habían
sido trasladadas e instaladas en el museo de Luján.
Eran los años en los que el ingeniero Juan
Victoria soñaba con la creación de la gran escuela
de formación musical de posgrado y se comenzaba
a construir el auditorio a despecho de alguna
prensa que reclamaba que lo que hacía falta “no era
cultura sino viviendas”.
En el campo de las letras trascienden valores de
la talla Antonio De la Torre con sus obras “Mi padre
labrador”, “La tierra encendida” y “Gleba” y Juan
Conte-Grand con sus “Poemas de la Serranía”,
“Tierra y Cielo” y “El Valle Reunido”, que superaron
los límites de la provincia.
La poesía de Ofelia Zúccoli, los Poemas sin
Nombres y la prosa de Julia Ottolenghi y la
aparición de jóvenes poetas como Rufino Martínez,
Jorge Leónidas Escudero y Nemer Barud, daban
forma a una actividad rica en contenido y calidad
artística.
En el campo periodístico se destacan nombres
de la talla de Rogelio Díaz Costa, Emiliano Lee,
Enrique Burgalát, Julio Ares y Luis Jorge Bates, que
con “La Musaraña” supo manejar la ironía y el
ridículo con gran altura, compitiendo años después
en ingenio con “La Morisqueta” que escribía el
ingeniero José Omar Toro.
En el campo de la investigación histórica,
Horacio Videla comienza a publicar, auspiciado por
el gobierno, su Historia de San Juan; se crea en
1959 la Academia Provincial de la Historia y, en
conmoración del sequiscentenario, la provincia edita
un hermoso libro con poemas, historias y leyendas
sanjuaninas donde escriben las plumas más
destacadas de la época y se reproducen
ilustraciones de un joven pintor que alcanzaría
L
RECUERDOS
En los años 50, la mujer comenzaba a
adquirir otro protagonismo en la vida
provinciana. Aunque tímidamente al
principio, su irrupción en el campo laboral
era creciente como así también su
participación en la política.
No todos recibían bien esta presencia
femenina.
Una prueba de ello es la Musaraña que
le dedicó Calderón de la Piragua (Luis
Jorge Bates) en un diario local.
Para muchos
No sé si hay pantalones del tamaño
que usted, tierna (?) señora, debe usar,
más no tendría que llamarse a engaño
y debiera comprar
unos cinco o seis números más grandes
para que queda adentro, sin herir
la estética de un bulto que los Andes
ya quisieran lucir...
Desde luego, con esas proporciones
que le ha obsequiado Dios,
fuera mejor no andar de pantalones,
dicho sea entre nos
¡No le caben, señora, no le caben!
¡Ni siquiera de diez números más!
¡y vaya si lo saben
los que la ven de atrás!
Calderón de la Piragua
Miguel Angel Sugo
Ingeniero Juan Victoria
Santiago Paredes
Maestro Juan
Petracchini
Rufino Martinez
Eusebio Dojorti
(Buenaventura Luna)