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EL SIGLO XX EN SAN JUAN
LOS AÑOS 50 - LA ECONOMIA
AÑOS DE BONANZA
uando terminaban los años 50, San
Juan era una de las provincias
prósperas de la Argentina y sus
habitantes gozaban de un
relativamente alto nivel de vida. A
pesar de ello, como se podría
observar en las siguientes décadas, su economía
seguía siendo inestable y su modelo de
crecimiento estaba comprometido.
Pero en aquellos años de bonanzas, pocos
pensaban en el futuro. Y la realidad indicaba que
la inversión de capitales con destino a la recons-
trucción era sencillamente fabulosa.
Imaginemos por un momento lo que significó
que en cada departamento se levantaran locales
municipales, escuelas, edificios policiales. Que en
la zona céntrica se hicieran los grandes edificios
públicos, que se pavimentaran caminos, se
impermeabilizaran canales. Y todo al mismo
tiempo.
La vitivinicultura seguía creciendo. De poco
menos de 300 millones de kilos de uva vinificados
en 1950, se había pasado a más de 500 millones
con lo que se elaboraron 420 millones de litros de
vino, casi el doble que diez años atrás.
Fueron años de bonanza, donde el crédito
estaba al alcance de la mano y el gobierno
propuso un plan de desarrollo agroindustrial que
contemplaba la exención del pago de impuestos
provinciales a toda inversión con ese destino.
Y sobre el final de la década, el gobierno desa-
rrollista de Américo García lograba la radicación
de industrias que serían importantes en la
provincia como la fábrica de carburo, la fábrica de
ce-mento, el frigorífico SAISA.
Por aquellos años se sostenía, con buen
criterio, que no bastaba con el pleno empleo que
aseguraba la industria de la construcción y la
vitivinicultura. Si la provincia quería embarcarse
en un proceso de desarrollo sostenido debía
encarar la construcción de la infraestructura
necesaria para posibilitar las radicaciones, a la
vez que brindar beneficios que atrajeran al capital
nacional y al extranjero.
Es así como se apuntó a las obras hidráulicas
con proyectos como El Horcajo y la
impermeabilización
de
canales,
el
aprovechamiento de las aguas subterráneas, la
construcción de usinas hidroeléctricas en
Calingasta, San Martín y Ullum, la construcción
del aeropuerto, la planificación de la avenida de
Circunvalación que posibilitara no sólo un tránsito
más fluido sino también la faci-litación del
transporte de cargas y la pavimentación de las
rutas, adjudicándosele particular importancia al
camino San Juan – San Luis.
También se amplió la Bodega del Estado,
duplicándose su capacidad de vasija vinaria con
un nuevo cuerpo con sus instalaciones especiales.
El turismo comienza a ser otro de los objetivos
de los sanjuaninos. Ante el creciente número de
visitantes que venían a ver “la ciudad más
moderna del país”, el gobierno enajena los
terrenos donde estuvieron la Casa de Gobierno y
la Legislatura hasta el terremoto, convertidos en
baldíos y escombros, sobre calle General Acha
frente a la plaza 25. Surgen así edificios que
embellecen el lugar como el hotel Nogaró, la Bolsa
de Comercio, la Caja de Ahorro Postal, que se
suman a otros en construcción como los del
Consejo de Protección de la Producción Agrícola,
la dirección de Turismo, Obras Sanitarias de la
Nación y los que ya engalanan la avenida Ignacio
de la Roza.
Hubo también frustraciones en esta década.
Como los estudios en busca de petróleo que rea-
lizó YPF en la zona de Ramblón, en el sur
sanjuanino.
El censo de 1960 reveló que la población
sanjuanina había llegado a los 352.387 habitantes,
un 35 por ciento más que los que indicó el anterior
censo de 1947, pese a todo el éxodo y las muertes
que originó el terremoto. Ya el 42 por ciento de la
población vivía en el Gran San Juan. Es la época
en la que se acentúa en proceso de
despoblamiento de la zona rural. La gente de los
departamentos lejanos se radica en la periferia,
preferentemente Rawson y Chimbas, en busca de
trabajo. Los propietarios de fincas que habían
acumulado ca-pitales por la bonanza vitivinícola,
comienzan a dejar sus viviendas rurales y a
construir modernas casas en la ciudad.
C
Fines de los años 50. La ciudad comienza a tomar otra fisonomía.