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JUAN CARLOS BATALLER - EDGARDO MENDOZA
LOS AÑOS 60 - VIDA INSTITUCIONAL
LA DEMOCRACIA CONDICIONADA
L
a política sanjuanina en los años 60
estuvo condicionada por la realidad
nacional. La escena nacional tenía un
gran protagonista que, sin embargo,
durante toda la década estuvo fuera del
país: Juan Domingo Perón.
El gran elector seguía siendo el peronismo y el
éxito de los restantes partidos dependía en gran
medida de la proximidad que tuvieran sus estra-
tegias con el líder exiliado.
Los otros protagonistas de la política fueron
los militares que tenían en Perón el gran justifica-
tivo para interrumpir permanentemente los débi-
les intentos de una democracia absolutamente
condicionada y quedarse con el poder
Así fue como los militares derrocaron a
Frondizi interrumpiendo la etapa desarrollista e
intervinieron todas las provincias. Y así fue como
permitieron nuevas elecciones con un peronismo
proscrito, lo que posibilitó al radicalismo con
Arturo Illia como candidato, llegar a la presiden-
cia de la Nación con sólo el 25 por ciento de los
votos. Curioso destino para un partido que había
hecho de la lucha contra el fraude su razón de
existir...
En San Juan, Leopoldo Bravo había consoli-
dado su jefatura en el bloquismo y en las eleccio-
nes de 1962 dio la primera muestra concreta de
su habilidad negociadora al conformar un frente
con sectores del peronismo. La fórmula Bravo –
Enrique Lorenzo Fernández (por entonces el
máximo dirigente gremial de la provincia) se
impuso a los candidatos del oficialismo, Aubone
– Moya Gil, pero no pudo alcanzar el gobierno ya
que derrocado Frondizi, se anularon las eleccio-
nes y fue intervenido el gobierno de Américo
García cuando faltaban seis días para que cum-
pliera su periodo constitucional. En estas eleccio-
nes hace su estreno un nuevo partido provincial,
la Cruzada Renovadora, llevando como candida-
to a su fundador, Alfredo Avelín, acompañado por
el médico Orlando Marino.
En 1963 los argentinos vuelven a votar con
medio electorado proscrito y mientras los radica-
les con Illia triunfan en la Nación, en San Juan la
sorpresa la da el bloquismo, al imponer la fórmu-
la Leopoldo Bravo – Luis Cattani, que logra supe-
rar a los candidatos del radicalismo del Pueblo
Héctor Miguel Seguí – Mario Gerarduzzi.
Bravo – que asumió el 12 de octubre de 1963-
demostró desde el inicio que quedaba definitiva-
mente clausurada la etapa de divisiones en la
sociedad sanjuanina entre cantonistas y antican-
tonistas que condicionó durante décadas la vida
provinciana.
Su gestión fue de estabilidad y buena convi-
vencia política lo que no evitó que en 1966, al
irrumpir nuevamente los militares la vida constitu-
cional, la provincia fuera intervenida. Comenzaba
lo que se dio en llamar la “Revolución Argentina”,
con Juan Carlos Onganía como presidente quién
designó gobernador de San Juan a un abogado,
hombre del minúsculo Partido Cívico
Independiente como gobernador de la provincia:
Edgardo Gómez.
Gómez gobernó hasta el 22 de agosto de
1969 cuando Onganía le aceptó la renuncia
designando en su lugar a un peronista de presti-
gio en la universidad, el ingeniero José Augusto
López.
Los años ’60 representaron los primeros triunfos electo-
rales de un hombre que durante tres décadas sería el máxi-
mo referente de la política sanjuanina: Leopoldo Bravo.
Hijo de madre soltera –doña Enoé Bravo-, sindicado
como hijo natural de Federico Cantoni, habilísimo negocia-
dor y poseedor de una capacidad que le permitió tanto ejer-
cer su rol de caudillo indiscutido como sus dotes de diplo-
mático y hombre de cultura, Leopoldo Bravo ha sido el polí-
tico de más larga vigencia en la historia sanjuanina.
Nacido en 1919, este abogado recibido en la Universidad
de La Plata, supo erigirse en conductor del Partido Bloquista
tras la muerte de Cantoni en 1956. Por ese entonces ya acu-
mulaba la experiencia que le significó haber actuado duran-
te diez años en el campo diplomático, observando distintas
realidades y una discreta militancia en el bloquismo desde
los 19 años.
A diferencia con Cantoni, Bravo fue siempre un hombre
pulcro en el vestir, correcto en el trato con sus adversarios y
parco en el hablar. Dio siempre la impresión de que callaba
más de lo que hablaba y era absolutamente pragmático en el
EL POLITICO DE MAS LARGA VIGENCIA
El gobernador Leopoldo Bravo es recibido por Arturo Illia, días antes del golpe militar que derrocó al entonces presidente
Américo García y su
vicegobernador, Alberto
Correa Moyano
manejo de las situaciones. Cerebral en sus reacciones e
incansable en su accionar, tuvo la capacidad necesaria para
codearse con los protagonistas de la escena nacional a
pesar de conducir un partido provincial en una provincia
electoralmente pequeña.
Sus apuestas fueron siempre arriesgadas. La política
para Bravo no fue un campo de debate ideológico sino un
terreno donde lo que estaba en juego era el poder. Y ese
poder podía alcanzarse de muy distintas formas. Es así
como durante medio siglo Bravo ha sido un símbolo del ejer-
cicio del poder ya sea ganándolo en las urnas, negociando
con gobiernos de facto, acordando con adversarios políticos
y ejerciendo cargos de distinta índole.
Tres veces fue electo gobernador –una no pudo asumir-;
gobernó también designado por el Proceso, fue senador
nacional por tres períodos (cargo que aún desempeña),
embajador en la Unión Soviética e Italia y hasta candidato a
vicepresidente de la Nación en 1973, la influencia de Bravo
en este medio siglo ha sido tanta que lo transforma en un
referente obligado de la vida provinciana.