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Miradas
ganado territorio. Entonces, ocurrió un hecho providencial: un diluvio
veraniego lo hizo pasar a primer plano al llegar con colchones, nylon,
comida y frazadas. Juan estaba en Buenos Aires en una reunión.
-Che, me tendrías que haber esperado para asistir a esa pobre gente.
-Vos me estás cargando, eran 20 familias muertas de frío, de hambre,
que quedaron con lo puesto. Contestó Daniel.
-No es así, guom, hay que respetar la línea partidaria. Había que lla-
mar a los medios, aparecer en la foto mientras se entrega la ayuda ¡Pensá
en el 2015!
-Juan, sabés que ahora entiendo tu línea. Tenés una sola línea.
-Ahora nos vamos entendiendo.
-Sí, claro que entiendo, Juan. La única línea que tenés es la del orto...
De más está decir que eso significó una declaración de guerra. (Y en
la guerra como en el amor, todo vale).
Cuando Juan iba a hacer una reunión con sus seguidores, Daniel no
le pasaba los comunicados de prensa. Cuando Daniel presentaba un ex-
pediente, Juan se lo cajoneaba. El espiral de traiciones subía de tono con
cada acción desesperada de ambos. Como Daniel tenía un amigo de la
infancia, el Chipica, que lo acompañaba a todos lados, salió el rumor de
que era gay. (Y, ya se sabe, es más fácil destruir un átomo que un pre-
concepto).
Por llegar a tiempo a un acto de entrega de casas para ocupar un
buen lugar en el palco cerca del Gobernador, Juan, Daniel y una pe-
queña comitiva se tumbaron con la camioneta del Municipio. Milagro-
samente salvaron sus vidas. Sólo algún hueso roto y contusiones. En la
urgencia del Hospital Rawson, el médico de guardia les preguntó:
-Ustedes, ¿por qué están aquí?
A coro, respondieron:
-Porque no pudimos triunfar en el mundo exterior.