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Miradas
que tenía un mensajito. Los sábados, amante silente se quedaba a dor-
mir. Nancy entró en pánico. Tenía que conseguir Poise gel lubricante
porque la última vez fue un desastre. Desierto instalado en su intimidad.
Entró a una farmacia, no tenían. A otra, tampoco. ¿Y si la llamaba a Glo-
ria para pedírselo prestado? No quería que la gente supiera que tenía
un amorcito. Prefería mantenerlo oculto para seguir manipulando con
el pobre-de-mí. Pero no le quedaba otra salida.
-¡Lo tuve que tirar porque se me venció! Andate al Vea antes de que
cierren. En la góndola de las toallitas, ahí tienen. Le aconsejó Gloria.
Aprovechó y compró algo para cenar: un pollo con ensalada rusa.
Amante silente no cocinaba. Asada de calor sacó el abanico. En la cola
de diez unidades estaba su vecino, Jorge Rial huarpe. Mientras ponía
los artículos en la cinta, veía el gel acomodado entre las patas del pollo.
Mirada y sonrisa de su vecino. Y esa sensación de jaque mate que nunca
aceptaría aun teniendo con qué comprar una docena de abanicos.