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Alejandra Araya
Gonzalo y Sabrina iban a una escuela pública. Ella, a tercero y él a
quinto. Todos los días se esperaban en la puerta, ahora no podían mi-
rarse a los ojos. La chica no se había dado cuenta que estaba embara-
zada.
-¡¡Bolú, si no te viene un mes y has tenido relaciones, es porque estás
embarazada!! Le dijo su amiga Aldana.
-Sí, eso lo sé. Pero creía que era una irregularidad, hace unos meses
me pasó lo mismo, tuve un atraso y era por los nervios de la rendida de
febrero. ¡Si no sacaba Matemáticas repetía!
-¿Qué vas a hacer ahora?
-Voy a terminar el año en esta escuela y después me cambio. Tengo
fecha para diciembre.
-¿Y con Gonzalo?
Sabrina hizo una mueca de payaso herido.
Gonzalo empezó a investigar y a usar Internet no sólo por el face y
el boludeo. Descubrió que Argentina tiene desde el 2006 una Ley, la
26.150, de Educación Sexual Integral, que hay un programa y que él y
todos sus compañeros tienen derecho a recibir en la escuela esa educa-
ción.
¡El folleto que aparecía en la pantalla era el mismo que había visto
en cajas en la preceptoría! Pero no se los repartieron. Consultando la pá-
gina se sintió más relajado: ¿Qué método anticonceptivo me conviene
más? ¿Cuáles son mis derechos y responsabilidades en relación con mi
vida sexual? ¿Con quién puedo hablar de lo que me pasa? Esta última
pregunta lo motivó y como aparecía un correo electrónico: programae-
, tomó coraje y escribió un mail contando su
historia.
En la reunión de padres, la entrega de libretas derivó en otros co-
mentarios.
-Preceptora, yo me considero un tipo con la cabeza abierta, pero de-
bido a los últimos acontecimientos, no quiero que mi hija se junte con
esta chica, la del problemita...
-Sabrina.
-Sí, ella.
-Con respecto a eso (dijo una madre) yo no quiero que mi hijo reciba
educación sexual en la escuela, he visto el folleto de Nación y es porno-
grafía
pura.
-La mamá de Sabrina no pudo venir a la reunión porque trabaja a esta
hora. Me parece...