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Miradas
Sintió los golpecitos en la puerta. Se secó las lágrimas, tiró el pis por
la ventana del dormitorio antes de que su madre descubriera la situa-
ción.
-Meli, ya está la cena. ¿Viene Emi? Preguntó Silvia.
-Ma, hace dos meses que no salgo con Emiliano.
-Bah, peleíta de novios…
-Basta, ma, plisss.
-No me gustaba ese pibe, andaba con una remera del Che todo el
día. Hiciste bien, mi florcita. Aseguró el padre.
Y diciendo ésto, le dio la fuente con puré para que llevara a la mesa.
-“Padre, bendice estos alimentos…”
El encargado de decir la oración antes de comer era su papá Horacio.
Le había pedido a su familia que compartieran la cena porque durante
el día cada uno tenía sus actividades.
La comida se veía riquísima. Pero a Melisa, una náusea le cerró el es-
tómago. Su hermano Leo que venía de entrenamiento se comió su por-
ción.
-Meli, no probaste bocado, hija.
-Pa, estuve tomando mate con semitas en la Facu mientras estudiá-
bamos con los chicos.
-¡Mi nena! ¡Modelo de hija! ¡Excelente alumna que se recibirá a los
22 de abogada!
-¿Adónde vas? Le preguntó Silvia a su marido.
-Ya vengo, voy a lo de Carlitos, tenemos que preparar la visita al
Penal de Chimbas. A esa gente le hace falta la palabra de dios.
Melisa se había quedado sin palabra y sin dios. Sabía que la clave
era actuar rápido. Había visto esta situación en la casa de su amiga Sa-
brina cuando la descubrieron en la primera falta. Al enterarse, Horacio
y Silvia, le prohibieron que la siguiera frecuentando. Por eso sabía
dónde buscar la solución.
9750 pesos era lo que cobraba el médico quien le había dicho a Meli:
-Tranquila, si esto se hace bien, nadie se entera. ¡Sabés los casos que
he visto por usar la aguja de tejer o las pastillas de Oxaprost! ¿Tenés la
plata?
Meli no era ni rica ni pobre, tenía plata ahorrada de su pasantía para
comprar el Fiat Uno Modelo 95 de su madrina Amalia. “Juntá lo que
más puedas”, le había dicho Amalia, “El resto será mi regalo por tu tí-
tulo”. Después, Meli inventaría un robo. Tenía todo planeado.
A Juez-Bigote Negro lo veía todos los días en el Juzgado. No sabía