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Quien más quien menos, todos comprendemos que no podemos vivir
aislados.
Los pueblos nos necesitamos.
Nadie pretende renunciar a los avances de la tecnología, de la medicina,
de la ciencia…
Como también aspiramos a tener nuestra porción en la torta del turismo,
en los mercados internacionales, en la radicación de capitales.
Ahora bien… ¿Qué significa integración?
¿Tenemos los sanjuaninos un concepto claro de lo que encierra esta
palabra?
No hace mucho nos dijeron que integración significaba
“apertura de
mercados”.
Claro, no dijeron que la apertura era de
“nuestros” mercados
pues el
mundo no está dispuesto a regalar los mercados propios.
Es así como llegaron muchas cosas de afuera.
Algunas necesarias, que dieron un gran impulso a la economía, que ac-
tualizaron la tecnología.
Otras, absolutamente innecesarias, absurdamente importadas, obscena-
mente adquiridas.
Fue así como el país se endeudó y las empresas de servicio –incluidas
algunas estratégicas- se regalaron, mientras los argentinos celebrábamos
viajando alegremente por el mundo como nuevos ricos que no saben en
qué gastar su dinero.
Pero esta apertura de la que hablamos no sólo fue en la economía.
También se dio en la cultura.
Fuimos pioneros en la adquisición de nuevas modas, en la incorporación
de tecnologías no siempre necesarias, en ofrecer escenarios a cuantos
artistas quisieran venir.
Entregamos los ávidos hábitos consumistas de nuestra juventud para
que adquirieran una cultura basada en las hamburguesas, la música en
inglés, la ropa de marcas foráneas, los jueguitos de los Cyber y hasta las
adicciones de variado tipo.
Y es acá donde debemos hacer un alto en la tarea descriptiva.
Amigos, estamos hablando en términos de país. Pero lo mismo ocurre
con una provincia.
Juan Carlos Bataller