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JONES
-¡Viva el Gringo!
-¡Viva el macho!
La plaza 25 de Mayo hervía de euforia aque-
lla tarde del 13 de mayo de 1923.
-Ya viene. ¡Prepárense que llega Federico
Cantoni!
La muchedumbre, ubicada sobre la calle
General Acha, miraba hacia el norte.
Sobre la calle General Acha estaban los prin-
cipales edificios públicos.
Al centro de la cuadra, frente a la estatua de
Sarmiento, la Casa de Gobierno, edificio de
dos pisos con balcones, mostraba a la dere-
cha la Legislatura, que llegaba hasta calle
Rivadavia y a la izquierda el Palacio de
Tribunales y el Banco de la Nación.
D
esde el interior del hermoso edificio
del Club Social, algunos encumbra-
dos exponentes de la sociedad san-
juanina, observaban detrás de los ventanales,
no pudiendo reprimir gestos de desaproba-
ción y hasta temor, por lo que veían.
Se escucharon algunas bombas de estruendo.
-¡Allá vienen!
Cantoni venía caminando, desde la municipa-
lidad de Concepción, donde el día anterior
había asumido como gobernador. A sus cos-
tados lo acompañaban el ingeniero
Carlos R.
Porto y César Baigorrí,
que acababan de ser
designados ministros. Un poco más allá se
podía ver a Ernesto Reinoso, flamante jefe de
Policía.
El cuerpo de bomberos en pleno, escoltaba al
gobernador. Legisladores electos, futuros fun-
cionarios y allegados se habían sumado al
grupo que recorria a pie las 12 cuadras que
separan la Plaza de Concepción de la 25 de
Mayo.
-¡Viva Cantoni, carajo!.
-¡Viva!
El tránsito había sido cortado en las inmedia-
ciones por lo que los pocos autos de aquellos
años y los break y victorias tirados por caba-
llos, debían doblar por calle Mendoza y bus-
car estacionamiento hacia el sur.
El reloj de la vieja Catedral -ubicada en el
mismo sitio de la actual pero que junto al
Palacio Episcopal y la suntuosa Casa España
iban configurando una cuadra de gran belle-
za- estaba por dar las 5 de la tarde.
A las 5 de la tarde, precisamente,
vencía el
plazo que había dado Cantoni al vicego-
bernador en ejercicio de la gobernación,
Aquiles Castro, para que le entregara el
mando.
Y cumplido el plazo, Federico llegaba con su
gente para entrar a la Casa de Gobierno. Por
las buenas o por las malas.
C
antoni llegaba con una multitud
atrás.
Y con los resultados electorales en
la mano que mostraban que contaba con el
apoyo del 60 por ciento de los votantes.
Pero además, con el poder que representa
saber que durante su gobierno contará con 22
de los 24 diputados y a 11 de los 15 senado-
res.
Pero para Aquiles Castro eso no era suficien-
te.
El vicegobernador a cargo entendía que su
periodo terminaba el 9 de julio.
El bloquismo sostenía que el nuevo gobierno
debía asumir el 12 de mayo.
La diferencia de criterios provocó gran agita-
ción en la provincia y el caso tuvo repercu-
sión nacional.
A
quiles Castro sacó a los efectivos
policiales a la calle y el 11 de mayo,
a la noche, ordenó que desalojaran
la Legislatura, donde senadores y diputados
estaban reunidos preparando la asamblea en
la que asumiría Cantoni, dispuesta para el día
siguiente.
Los legisladores enviaron telegrama al
El día que Federico Cantoni
asumió en Concepción