Juan Carlos Bataller
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y que bastaba su presencia para que la soldadesca se le plegara.
Yanzón estaba alertado
Pero Yanzón estaba alertado. Y esa noche, en lugar de dirigirse a su casa,
se fue a dormir al cuartel y preparó el recibimiento.
Gran sorpresa se llevó Benavides cuando fue recibido a balazos.
No le quedó otra que escapar.
Yanzón no era hombre de dejar las cosas a medias por lo que se puso al
frente de un piquete de caballería y sable en mano lo corrió hasta la
Plaza Mayor (hoy 25 de Mayo).
Benavides advirtió que el horno no estaba para bollos y no paró hasta
llegar a Mendoza, donde se exilió.
Al día siguiente Yanzón —decreto mediante—
lo declaró fuera de la ley.
La muerte de Facundo Quiroga seguía influyendo en la vida de Cuyo.
En La Rioja gobernaba Fernando Villafañe, al decir del general Paz
,
“hombre raro, extravagante e imbécil”
En realidad, Villafañe estaba sostenido por el general Tomás Brizuela,
como comandante de los Llanos, apodado
“El Zarco”.
La Rioja se había transformado en un problema para San Juan pues los
comerciantes y ganaderos que por allí pasaban eran obligados a pagar
fuertes derechos de tránsito, cuando no eran directamente asaltados y
obligados a regresar con las manos vacías a San Juan.
La herencia de Facundo
Pero había un problema que a Yanzón, que tras haber corrido a Benavi-
des se sentía un caudillo con gran futuro, lo obsesionaba:
¿quién se que-
daría con la herencia de Facundo?
Quien controlara el armamento del mejor ejército de Cuyo, sin dudas,
gobernaría la región.
—¿Cómo vamos a permitir que ese imbécil de Villafañe o el “Zarco”
Brizuela nos domine?—,
pensó en su ambición.
Y a partir de ese momento comenzó a rondar en su cabeza uno de los
disparates mayores que registre la historia provincial:
la invasión a La
Rioja.