Juan Carlos Bataller
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formación de una fuerza militar, encargándose de tal tarea al coman-
dante Nicolás Vega, militar español, unitario declarado, que formó parte
del Ejército de Los Andes.
Las penas a los vencidos fueron duras.
Las penas a los vencidos
A José Santiago Paredes se le formó causa criminal. En octubre se cono-
ció la sentencia que afirma que “su crimen está comprendido en el de
alta traición”. Paredes había huido a los Llanos de La Rioja. Enterado
Facundo Quiroga de lo resuelto lo remitió inmediatamente a San Juan.
Al clérigo Manuel Astorga se lo condenó a la pena de muerte pero por
decreto se resolvió que “esta misma noche, dispensando la pena que
tiene bien merecida, saldrá desterrado para el estado de Chile, que-
dando todos sus bienes conocidos en favor del erario público”.
El presbítero Dionisio Rodríguez “saldrá asimismo, debiendo perder
sus bienes si antes no deposita en Tesorería la multa que le ha cabido”.
Salieron también desterrados el sacerdote José de Oro, Juan José Ro-
bledo y Manuel Torres.
Lo que se dice de Del Carril
Hasta acá la historia del breve pero agitado paso de Del Carril por San
Juan.
Las opiniones encontradas digamos que se han prolongado hasta nues-
tros días.
Una prueba es que la estatua del prócer, inicialmente ubicada en la
plaza de la estación del ferrocarril San Martín,
fue trasladada a la Plaza
de Desamparados, para que no estuviera en lugar tan visible.
Pero la trayectoria de Del Carril no terminaría en San Juan.
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Fue el único argentino que llegó a presidir los tres poderes del Es-
tado.
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Exiliado en Buenos Aires, meses más tarde, el flamante presidente Ri-
vadavia lo nombró ministro de Hacienda.
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Dice la historia que asesoró a Juan Lavalle y fue el impulsor del fusi-
lamiento de Manuel Dorrego.