GOBERNADORES DEL SIGLO XIX EN SAN JUAN
Los próceres en carne viva
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En el mayor de los sigilos, Yanzón comenzó a preparar un Ejército.
Quinientos hombres fueron adiestrados.
Paralelamente, comenzó a mantener comunicación con adversarios de
Brizuela y Villafañe.
El más importante,
Angel Vicente Peñaloza, el “Chacho”.
Otros riojanos descontentos, Hipólito Tello y Lucas Llanos, le dieron a
entender que se plegarían al movimiento.
Pero los secretos duran poco en San Juan, está visto.
Pronto, Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires y el gobernador de Men-
doza Pedro Molina, estaban al tanto de las intenciones de Yanzón.
—¿Qué va a hacer este loco?—,
se preguntaron.
Mediante una nota, Rosas le expresó al gobernador sanjuanino sus pre-
ocupaciones
“ante las noticias de una inminente invasión de ese go-
bierno a La Rioja”, recordándole el tratado de alianza y asistencia
recíproca que unía a las provincias argentinas.
El gobernador de Mendoza, Pedro Molina le escribió al de San Luis, el
coronel José Gregorio Calderón
: “Si Yanzón triunfa sobre La Rioja esté
usted seguro que invade nuestras provincias y para no exponernos a
algún contraste, con tiempo debemos combinar el plan. Yo escribo al
general Rosas pidiendo armas y municiones y que me mande a Naza-
rio Benavides”.
Un “juego de niños”
A todo esto, los gobernantes sanjuaninos seguían disimulando.
—No se intentará acción alguna en violación a las garantías que recí-
procamente han acordado las provincias confederadas—,
aseguró el
ministro Ortega.
En realidad, ya Yanzón marchaba a La Rioja.
Había seleccionado a 200 de sus soldados, los pertrechó bien, se puso
al frente de la columna y partió.
—Va ser un juego de niños tomar la provincia cuando caigamos de
sorpresa—,
habrá pensado.
Pero la sorpresa se la llevó él.
La Rioja no estaba desprevenida sino bien alertada y muy bien defen-