GOBERNADORES DEL SIGLO XIX EN SAN JUAN
Los próceres en carne viva
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sia- apoyado por sectores ligados a los grupos montoneros, guardaba
viejos rencores y se opuso terminantemente.
Para colmo de males, el teniente gobernador había declarado la guerra
a la familia de Oro de la que formaba parte su esposa, Tránsito de Oro.
Entre otras cosas
, había deportado a Chile al ex congresal de Tucumán,
Fray Justo Santa María de Oro y a San Luis, al hermano de este, el
presbítero José de Oro.
Cómo se ve, no hay prócer que aguante un archivo…
Para colmo la tropa sanmartiniana
En ese clima fue cuando el 9 de julio de 1.820 se produce la sublebación
del
Batallón Nº 1 de Cazadores de Los Andes
, que estaba estacionado
en San Juan, encabezado por el capitán
Francisco Solano del Corro
y
su segundo, el
capitán Mariano Mendizábal,
cuñado de De la Roza.
El batallón de Cazadores de los Andes era parte del ejército libertador
que San Martín dejó acantonado en San Juan al emprender el regreso a
Chile. Integrado en su mayoría por sanjuaninos y reforzado con reclutas
riojanos, el batallón contaba con 1.200 hombres. Mal atendido por las
autoridades provinciales y por las nacionales, el batallón vivía en la
mayor de las indigencias, debiendo sus integrantes mendigar para
poder subsistir.
Estos hombres que habían combatido en la campaña de Chile, ya no
querían más guerras. Sólo pensar que ahora, cuando habían vuelto a sus
hogares, se los enviara a combatir en el Perú, los exacerbaba.
De esa mezcla de malestar popular y soldados cansados de no hacer
nada, poco de bueno podía salir:
el gobernador De la Roza fue de-
puesto.
La revolución de los parientes
La voz del capitán Francisco Solano del Corro sonó fuerte aquella ma-
ñana en la casa del teniente gobernador.
—Ha sido usted condenado a muerte. Mañana será fusilado.
Inmediatamente, José Ignacio De la Roza, primer teniente gobernador
de San Juan fue trasladado al cuartel de San Clemente y encerrado en
una celda.