Juan Carlos Bataller
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Anécdotas de la política sanjuanina
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continuaron durante un rato hasta que don Eloy cortó el diálogo:
—Señores, lo que ustedes están haciendo está tipificado en el
Código Penal. Quedan ustedes detenidos a disposición del Poder
Ejecutivo y van a ser trasladados a la Unidad de La Plata.
—Pero don Eloy...
—A ver secretario, llamame ya mismo al jefe de la
Guardia de Infantería...
—No, don Eloy, no haga eso... –el tono de los empresarios ya
adquiría carácter de súplica.
—Y llamame al piloto del avión que los va a trasladar –
continuaba el gobernador.
—Don Eloy, déjenos al menos que avisemos en nuestras casas,
que busquemos ropas...
—De ninguna manera. Los dejo 10 minutos porque debo
atender otra audiencia mientras viene el piloto.
Guimaraes,
quedate con ellos... –
fue la orden mientras Camus salía de la
oficina.
A los 10 minutos el gobernador volvió a su despacho y
Guimaraes explicó:
—Señor gobernador, los señores prometen que esta misma
tarde van abastecer todas las carnicerías y que en San Juan no
va a faltar carne para las fiestas...
—¿Están seguros de lo que dicen?
—Si, don Eloy.
—¿Va a aparecer la carne que ustedes dicen que no tienen?
—Si señor gobernador. Quédese tranquilo.
—Bueno, si es así, suspendemos la detención. Pero me van
a tener que acompañar a almorzar pues acabo de ordenar
que preparen la mesa pues quiero agasajar a mis amigos
con una comida.
La picardía política de don Eloy dio solución a un problema
que era muy grave. Pero una vez logrado su objetivo, el viejo
profesor supo darle el toque de afecto y simpatía para demos-
trarles que la amistad seguía incólume.
(Presenciado por el autor)
la edad de don eloy
D
on Eloy Camus era muy coqueto con la edad. Dos anéc-
dotas lo pintan al respecto.
Las primera fue una vez que Américo García conversaba con
el ex mandatario y le decía que la clase 1919 había dado tres
gobernadores: Leopoldo Bravo, Edgardo Gómez y el propio
Américo.
-Y pensar, don Eloy que usted ha sido profesor de los tres
en el Colegio Nacional.
-Estás equivocado, Américo, yo era compañero de ustedes...
Un caso similar ocurrió en Huaco.
Don Eloy había nacido en Albardón pero pasó su niñez en
Jáchal.
Camus llegaba ahora como gobernador y una vie-
jita muy arrugada, desdentada y encorvada
se le acercó.
-¿Cómo estás Eloy? ¿Me recuerdas?
Fuimos juntos a la escuela...
Don Eloy miró a la viejita,
miró a los
periodistas y colaboradores que lo
rodeaban y rápidamente repuso:
-Claro que me acuerdo. Usted era la
portera cuando yo cursé el primer
grado...
Le dio un beso a la viejita y siguió su
camino...
(Contado por
Francisco “Tati” Aguilar)