Juan Carlos Bataller
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Anécdotas de la política sanjuanina
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las afeitadas
de edgardo
E
dgardo Gómez fue un gobernador muy particular.
Considerado como un intelectual de
altísimo nivel, sabía “ver” los proble-
mas de la provincia. Fue en su gobierno
que se planificó y se hicieron los estu-
dios del dique de Ullum.
Ricardo Basualdo, que fue ministro de
economía del “Plomo” como le llama-
ban sus amigos, solía decir;
—Edgardo es el hombre que
mejor analiza el pasado sanjua-
nino pero si yo quiero saber del
futuro político, lo consulto
para hacer lo contrario,
siempre se equivoca.
Contrario a lo que trans-
mitía su imagen, Gómez
era un hombre cálido, de
conversación muy agrada-
ble. Pero era “pechugón”.
Esto iba con su personalidad.
Era irremediable.
Por ejemplo, nadie le pudo hacer entender que la gente veía
mal que a las 10 de la mañana el coche del gobernador estu-
viera estacionado frente a la Plaza 25 de Mayo, sobre la vereda
norte de la calle Rivadavia, donde no se podía estacionar.
Pero para Edgardo era un rito comenzar el día haciéndose afei-
tar por Posatini en el Club Social. Y no cambió el hábito por
estar en la Casa de Gobierno.
La anécdota que vamos a relatar fue contada por quien fuera
ministro de Economía de Gómez, el ingeniero Ricardo
Basualdo.
Resulta que Gómez y Basualdo estaban en Buenos Aires y el
gobernador le dijo a su ministro:
—Ricardo, quiero que me acompañes pues tengo una
entrevista con el general Imaz.
Imaz era el gobernador de Buenos Aires y, como todo militar,
hombre estricto en las formas y el cumplimiento de los hora-
rios.
—¿A qué hora es la entrevista, Edgardo?
—A las 10.
—Son las 9, tenemos que salir ya pues para llegar a La
Plata vamos a demorar una hora.
—No hay problemas. Primero me voy a afeitar.
Afeitarse significaba ir a Harrods, donde Edgardo se afeitaba
cuando estaba en Buenos Aires.
Se hicieron las 10 y Gómez salía de la barbería recién afeitado.
—Ya llegamos tarde Edgardo. Vamos.
—Esperate que quiero tomar un cafecito.
El cafecito fue otra media hora de demora.
El caso es que recién a las 11, el coche con Gómez y Basualdo
salió rumbo a La Plata.
Al pasar el Puente Pueyrredón lo esperaban dos coches y un
una moto con sirena de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires.