Juan Carlos Bataller
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Anécdotas de la política sanjuanina
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a ponerse en linea!
E
n general, los interventores militares no dejaron buenos
recuerdos en su paso por San Juan.
Sin embargo hubo una excepción:
el general
Marino
Bartolomé Carreras.
A Carreras no se lo recuerda por su generosidad para repartir
colchones o por grandes obras: se ganó el aprecio de la gente
por imponer la ley pareja para todos. Algo que no ha sido
moneda corriente en esta provincia.
Durante la gestión de Carreras se fijó la línea de construcción.
Esto significó un gran cambio. Hasta ese momento había edifi-
caciones que sobresalían de otras, transformando las veredas
en algo caótico.
Cuando en 1957 se dispuso la línea, comenzaron las presiones.
hasta el pericón nacional.. Los festivales que se realizaban en
San Juan y en otros puntos del país con la presencia de los
caballos de Maurín, convocaban multitudes.
En uno de esos festivales realizado en Buenos Aires, además
de los caballos de don Eduardo, participaron los equinos del
Ejército Argentino. Y el presidente de la Nación, general Juan
Domingo Perón estuvo presente, sentado al lado de Maurín,
que le daba explicaciones.
Alguien le dijo a Maurín:
—¿Porqué no le regala el caballo (Cruz de Plata) y el perro
al general? Seguramente él no lo aceptará o intentará
pagárselo. De cualquier forma, usted quedará como un rey.
Y Maurín, haciendo de tripas corazón y viendo la admiración
que el caballo había despertado en Perón con sus proezas, le
dijo:
—General, sería para mí un honor que usted aceptara este
caballo como un recuerdo de este día. Y desearía que
entregara en mi nombre al perro “Arlequím” a su señora
esposa.
Y contra todo lo vaticinado, Perón dijo:
—¡Muchas gracias! ¡Qué gesto tan maravilloso!.
El caso es que Maurín volvió a San Juan sin su caballo preferi-
do y su perro.
Cruz de Plata terminó siendo el caballo preferido de Perón y el
perro fue destinado al Cuerpo de Bomberos de la Capital,
desde donde un día desapareció.
Pero la anécdota no termina ahí.
Maurín regresó sin caballo, sin perro y sin dinero. Pero con un
gran retrato autografiado del general Perón.
Y lo peor que podía ocurrirle a una familia conservadora: se
hizo peronista y tenía el retrato del general en su casa.