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is abuelos paternos eran agricultores.
Abandonaron su tierra de naranjales en la aldea de Villa-
longa, en la Valencia natal y se vinieron sin escalas previas,
cuando comenzaba la segunda década del siglo pasado.
No tenían mayor instrucción. Pero traían en sus baúles una admirable
cultura del trabajo.
Hablar de campo en aquellos años era referirse a inhóspitos lugares ca-
rentes de energía eléctrica, de escuelas, de atención de la salud, de ca-
minos, de máquinas que facilitaran el trabajo.
Pero, como tantos otros, fueron ganándole hectáreas al desierto, trans-
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San Juan
2035
Educar para rehumanizar
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