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—E` basta per oggi, dottore...
El pintor italiano Faustino Brughettti dejó
los lápices y acercó el retrato al gobernador
Amable Jones.
—Perfecto maestro, ha logrado plenamen-
te el gesto de nobleza, firmeza de carácter
y sabiduría que transmite nuestro gober-
nador.
Quien había opinado era Honorio Guiñazú,
siempre listo para alabar a su jefe.
Realmente, el boceto era bueno.
El pintor italiano había sido contratado dos
semanas atrás por la suma de cuatro mil
El retrato inconcluso
Este era el retrato
de Amable Jones
que estaba pintando
el artista italiano
Faustino Brughettti
pesos, que pagaría el gobierno provincial, para
realizar un retrato al óleo del gobernador.
Jones miró el boceto e hizo un gesto de apro-
bación.
—¿Possiamo continuare domani, dottore?
—No mi amigo. Mañana viernes tengo mucho
trabajo. Además... ¿sabe? Yo creo que usted
sólo podría terminarlo. Mi aporte creo que
está concluido...
El pintor quedó en trabajar el fin de semana
con el retrato.
—Ci vediamo lunedí—,
se despidió.
A
quel jueves 17 de noviembre, Amable
Jones recibió a Honorio Pueyrredón en
su casa de la calle Mitre.
Jones había defendido siempre a su actual jefe
de Policía. Pero en los últimos tiempos había
recibido muchas informaciones respecto a su
accionar.
Para un hombre aislado por el medio en el que
debe desenvolverse, la gente que conforma su
círculo más íntimo se transforma en indispensa-
ble. Más aún si, como en el caso de Guiñazú,
demuestra una admiración y una lealtad total
hacia su jefe.
Guiñazú escribió un libro donde exaltó la figura
del gobernador, atacó duramente a la oposición,
se animó a poner su figura en el centro de la
escena cuando el partido le daba la espalda. Y
esto pesa en un gobernante que cada día siente
la soledad del poder.
Pero al mismo tiempo Jones era lo suficiente-
mente inteligente como para advertir que eran
muchas las denuncias que le llegaban sobre su
jefe policial.
Que influía en la entrega de créditos, que se
pagaban sueldos a personal inexistente en la
policía, que adquiría armas que nunca llegaban a
la provincia, que recibía coimas de los capitalis-
tas del juego....
C
uando la duda se instala en el cerebro,
todo se vuelve negro. Y Jones comen-
zaba a sentir el escozor de la duda.
—¿Qué lo trae por acá Honorio?
—Gobernador, le informo que voy a estar
ausente por unos días pues debo ir a Buenos
Aires.
—¿Algo imprevisto?
—Se trata de unos asuntos familiares que
espero solucionar pronto. El martes estaré de
vuelta.
Jones miró a Guiñazú y lo despidió con un gesto
afectuoso. Pero al quedar sólo comprobó que las
dudas seguían instaladas.
—Tenía que ser así—,
murmuró como quien
habla consigo mismo.
Guiñazú anuncia un imprevisto viaje
go en su despacho, para presentar-
nos al nuevo interventor.
—O sea que la semana próxima
Jones deja de ser gobernador...
—Así es.
—Pero si Cantoni sabe esto... ¿por
qué insiste con sus amenazas?
—Yo creo que lo hace para que el
presidente cumpla. Usted sabe como
es Yrigoyen...
—
¿Confía usted en que no se pro-
duzca un desastre en su ausencia?
Mire que se comenta que ya está
todo organizado...
—Creo que son sólo versiones que
se echan a rodar. Pero si Cantoni y
Vita están al tanto de todo, nada va
a pasar. Es más, hemos quedado que
el mismo jueves, luego de la reunión
con Gómez, les enviaré un telegra-
ma informándoles sobre el éxito de
la reunión...
Estrella viajó a Buenos Aires, por
ferrocarril, el martes 15. El jueves
17 la comisión estuvo toda la maña-
na con el ministro del Interior, tal
como se había planificado. Por la
tarde, Estrella envió un telegrama
colectivo a Vita y Cantoni.
“Está decidida la intervención. El
domingo nos reunimos con el pre-
sidente quien nos presentará al
hombre que ocupará el cargo”..
Fuente: Declaración ante la comisión de
Peticiones, Poderes y Nombramientos de la
Cámara de Diputados de la Nación del dipu-
tado electo Juan Estrella el 31 de julio de
1.942, a partir de las 14,55.