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por la sencilla razón que casi la mitad de la economía funciona en negro.
Ante esto se presenta una realidad curiosa:
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Hay gente que debería pagar y no paga.
●
Hay gente que paga más de lo que le corresponde.
●
El Estado no siempre cumple con lo que promete entregar.
Cuando uno habla de este tema con la gente es común escuchar:
-Yo no pago impuestos. Lo haría si viviera en Suecia donde todo fun-
ciona como un relojito. Acá ¿para qué quieren más plata? ¿Para robar
más? ¿Para mantener vagos?
Dividamos las aguas.
● Pagar impuestos es una obligación.
● Exigir contraprestaciones es un derecho.
En países cuya organización admiran muchos argentinos, quien evade
impuestos
va a la cárcel
.
Un claro ejemplo es Al Capone. No pudieron detenerlo por sus crímenes
pero le comprobaron que había evadido el pago de impuestos
. Y no
hubo poder que lo sacara de prisión.
Es lógico suponer que en los próximos años viviremos dos fenómenos
igualmente interesantes de analizar.
● -
Por un lado una mayor eficacia del Estado para recaudar. Todas las
medidas tienden a cerrar el círculo para evitar la evasión. Incluso algu-
nas más duras que ya se avizoran como la creación de los juzgados penal
– tributario.
● -
Por el otro, la necesidad de que el ciudadano común centre su acción
más que en la crítica a esa acción del Estado, en exigir que el Estado le
de lo que debe darle.
Exigir más es decirle al Estado.
“señores dirigentes; no nos hagan creer
que somos culpable de los accidentes en las carreteras, de la violencia
doméstica o del desmadre educativo”
. Si el Estado tiene todo el poder,
al Estado le corresponde hacer transitables y seguras las rutas, solucio-
nar los problemas de la educación, de la violencia doméstica o de la se-
guridad ciudadana. Es decir, el pueblo debe pagar sus impuestos y a la
vez exigir rapidez, prontitud y eficacia a los gestores de sus impuestos.
La sociedad del futuro se basará, seguramente, en un concepto:
“yo
pago, yo exijo”
.
Juan Carlos Bataller