51
JONES
H
ugo Fernández Burzaco había llega-
do a San Juan en diciembre de
1.919, acompañando al interventor
Manuel Escobar. Inicialmente ocupó el cargo
de contador auxiliar de la intervención nacio-
nal, hasta que el 12 de diciembre de ese año
´19 se lo nombró defensor oficial.
Cuando Jones asumió, lo designó fiscal del
Crimen, con acuerdo del Senado
El 21 de diciembre de 1.920, el gobernador le
hizo llegar un decreto acuerdo con los antece-
dentes necesarios para acusar criminalmente
al ministro de la Corte Flores Perramón
Fernández Burzaco leyó los antecentes y
pidió hablar urgentemente con Jones.
—Gobernador, lo que usted me ordena es una
enormidad, una orden absolutamente arbitra-
ria.
—¿Por qué?
—Porque no es atribución del fiscal del
Crimen acusar al presidente de la Corte; esa
es una atribución exclusiva de la Cámara de
Diputados.
Jones suspiró, acomodó su monóculo y dijo:
—Doctor, yo necesito que usted acuse cri-
minalmente a Flores Perramón...
—No puedo hacerlo.
—Lo ideal es que acuse de oficio...
Jones parecía abstraido, como si no escuchara
los argumentos de Fernández Burzaco.
—Doctor Jones, yo no tengo mala voluntad
hacia usted. Simplemete considero que no
corresponde acusar al ministro porque eso
debe hacerlo la Cámara. Pero... envíeme
todos los antecedentes del caso y lo estudiaré.
Fueron pocos minutos de charla. Al día
siguiente estuvo listo el dictamente de
Fernández Burzaco:
“Estudiados los antecedentes del caso envia-
dos por Vuestra Exelencia, el infrascripto,
agente fiscal en lo criminal, no encuentra
mérito suficiente para acusar criminalmente
al señor ministro de la Corte Suprema de
Justicia, doctor José Flores Perramón, por
considerar que los hechos denunciados no
constituyen los delitos previstos... y que, en
el supuesto de que se hubieren cometidos
esos delitos, correspondería atenerse a lo
que imperativamente estatuye la
Constitución Provincial, es decir, gestionar
ante la Legislatura el juicio político...”
Ese mismo día Jones mandó a llamar al fiscal.
La separación del
fiscal del Crimen
—Doctor Fernández Burzaco... veo que no
coincidimos sobre este caso. ¿Usted insiste
en su dictámen?
—Yo insisto siempre que me pasen los
mismos antecedentes.
—¿Por qué no habla con el doctor Enrique
Rojo? Yo no entiendo mucho de estas cosas
de orden jurídico. Hable con Rojo y estudien
si hay una salida para el caso...
F
ernández Burzaco se despidió de
Jones con un apretón de manos y
caminó los pocos metros que separa-
ban la Casa de Gobierno de Tribunales. Rojo
lo recibió en el acto.
—Amigo Fernández Burzaco, usted tiene
que acusar criminalmente a Flores
Perramón.
—No puedo hacerlo doctor, entiéndame,
como fiscal no puedo acusar a un ministro de
la Corte.
—Pero debe hacerlo...
—Ustedes están en un error que va a traer
gravísimas consecuencias a la provincia.
—Doctor, voy a ser muy directo con usted.
El gobernador, al acusar a Flores
Perramón sólo persigue separarlo del
cargo. . Este hombre se ha transformado en
un obstáculo para llevar adelante el pro-
grama de gobierno.
—Pida el desafuerdo a la Cámara de
Diputados.
—No me interesa discutir el caso con usted.
Lo que quiero es saber si va a mantener el
dictamen o no.
—Mantengo mi dictamen en todas sus par-
tes.
—En ese caso, no tenemos más que hablar.
Fernández Burzaco salió del despacho de
Rojo y fue abordado por un periodita. Cuando
el hombre de prensa le preguntó sobre el caso,
respondió:
—Yo no puedo violentar mi conciencia de
magistrado ni violar los preceptos de la
Constitución. Mi misión no es otra que ais-
lar del seno de la sociedad a los delincuen-
tes y entiendo que el doctor Flores
Perramón no es un delincuente. Para mi
sigue siendo miembro de la Corte y mien-
tras desempeñe ese cargo no puedo acusar-
lo de ninguna forma.
E
l día 23 de diciembre, el gobernador
dispuso mediante decreto exonerar
del cargo de agente fisal en lo crimi-
nal a Fernández Burzaco por incumplimiento
de su deber, señalando que “oportunamente se
pedirá al honorable Senado el retiro del nom-
bramiento de fiscal”.
Horas después, Aquiles Damianovich se hacía
cargo de la fiscalía, instalándose en el despa-
cho que ocupara Fernández Burzaco para lo
cual se debió hacer saltar la cerradura ya que
la oficina estaba cerradada con llave.
“El gobernador, al acusar a
Flores Perramón sólo persigue
separarlo del cargo... Este hom-
bre se ha transformado en un
obstáculo para llevar adelante el
programa de gobierno...”.
Ilustraciones: Miguel Camporro