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JONES
comer a la casa de Victoriano.
—¿Así que viene el doctor Jones...?
—Sí, hombre. Ya nomás va a caer por acá.
Pero bájese. Vamos para la casa a tomar algo.
Bajó Bustos y entraron a la casa. Don Manuel
trajo unas copas y sacó una botella de ver-
mouth .
—¿Y don Bustos? ¿Pensó en el trabajo?
¿Cuánto me va a cobrar?
—Mire, don Manuel, he estado pensando
pero... ¿sabe? Usted tiene en la municipalidad
un empleado el cual le podría hacer el trabajo
mucho mejor y quizás algo más barato de lo
que se lo puedo hacer yo.
Agüero tomó la botella y en el preciso
momento que servía las copas sintieron el
funcionamiento del motor de un auto que se
acercaba a la casa.
—Debe ser el gobernador, don Manuel.
Mejor no sirva nada...
Bustos salió a la calle y tras él lo hicieron los
otros dos hombres.
Los comensales ya estaban todos sentados a
la mesa.
Uno de ellos preguntó a su vecino:
—Qué raro un almuerzo dominguero a
las 12...
Su vecino sólo sonrió.
Los hombres habían sido citados a partir de
las 10 de la mañana. A las 11 ya había en el
lugar más de un centenar de personas.
El motivo era homenajear a Noé Videla,
director de La Verdad, que había sido puesto
en libertad luego de permanecer detenido unos
días.
Pero todos estaban convencidos que había algo
más.
Exactamente a las 12 había llegado Federico
Cantoni. Más serio que de costumbre. Parecía
preocupado. Ocupó su lugar en la cabecera de
la mesa principal. No lejos de él se ubicó su
hermano Elio y el ingeniero Porto.
A los pocos minutos comenzaron a servir las
empanadas.
El clima era alegre y distendido. Pero para los
buenos observadores, no escapaban algunos
detalles. Como la seriedad de Federico
Cantoni, los mensajes que cada tanto dejaban
al oido del caudillo Porto o Elio, Los gestos
que demostraban que los principales dirigentes
estaban más pendientes de otro tema que de lo
que ocurría en la casa de Tomás Cruz.
1921
20
NOVIEMBRE
Domingo
A mediodia el almuerzo ya estaba servido en la casa de Tomás Cruz.