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JONES
L
a versión del grupo que participó del
asesinato de Amable Jones,
difiere
sustancialmente
de la proporciona-
da por testigos.
Aclaremos que fueron varias las veces que
debieron testimoniar.
En los primeros días y ante al fracaso de la
revolución y la consiguiente conmoción que
la muerte ocasionó en todo el país, los involu-
crados aceptaron su participación y
señalaron
a Federico Cantoni como ideólogo de lo
ocurrido.
Esto se puede apreciar a través de la crónica
de los diarios que reproduciremos en las pági-
nas siguientes.
Pero ese juicio inicial fue anulado y debió
sustanciarse uno nuevo.
De este último es el único que se conservaron
testimonios de las declaraciones ante los jue-
ces.
Ya había corrido mucha agua bajo el puente y
el pueblo había dado su veredicto apoyando a
Cantoni.
No nos adelantemos a los hechos.
Pero sí, es el momento de resumir lo que casi
un año y medio más tarde dirían los involu-
crados directos en el asesinato sobre lo que
ocurrió ese día.
De las declaraciones en autos, se han extraido
párrafos que pintan acabadamente lo que sos-
tuvieron los homicidas ya que -¡oh casuali-
dad!- todos declararon en forma
absoluta-
mente coincidente
, casi un calco uno de otro.
E
l resumen de las largas declaraciones
de Belisario Clavel, Emilio
Sancassani, Ricardo Peña Zapata,
Benito Domingo Urcullu, Alejandro Joanasi,
Rómulo Tobares y José María Peña Zapata,
redactado
en forma periodística
, es el
siguiente:
—Usted, Clavel, fue uno de los que resolvió
hacer lo que llamaban la revolución.
Belisario Clavel:
Efectivamente. El presiden-
te del Club, el ingeniero Porto nos había
explicado que se habían agotado absoluta-
mente todos los resortes legales para cambiar
el gobierno que ilegitimamente ocupaba
Jones. La provincia estaba estancada y a
Jones no lo apoyaba nadie. Fue entonces
cuando resolvimos encarar el movimiento
revolucionario. Y yo estuve de acuerdo.
—¿Cuál debía ser su papel?
Clavel:
En la noche del 18 nos juntamos en
la casa del ingeniero Porto y ahí resolvimos
que el domingo siguiente estallaría la revolu-
ción. Nuestra misión consistía en tomar preso
a Jones y cuidadosamente llevarlo hasta la
casa de gobierno donde nos esperaría Porto
con otros amigos para obligarlo a renunciar.
—Sigamos, dígame Sancassani. ¿Por qué
eligen detener a Jones en Pocito?
Emilio Sancassani:
Nosotros sabíamos que
el gobernador iba a ir a almorzar a lo de
Victoriano Agüero. El sábado en la noche me
fui a la casa de Miranda para ver si ya esta-
ban todos los muchachos. Como faltaban
algunos, me fui y volví a la una de la maña-
na. Nos reunimos y organizamos todo.
—¿Qué organizaron?
Lo que dijeron
los homicidas
