la_cena_de_los_jueves2 - page 128

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M
iguel Montealegre había nacido en
Málaga, España, el 16 de febrero
de 1897. Hijo de Miguel
ontealegre y de Antonia Diaz, a los 24 años
Montealegre medía 1,68, era delgado y usaba
bigotes. Estaba casado y trabajaba como tene-
dor de libros. Vivía en la calle Brasil 482
(entre Jujuy y Rioja), en Trinidad.
Cuando llegó a la casa de don Tomás Cruz, a
las 10 de la mañana, ya había gente en el lugar,
entre ellos Camilo Yañez.
—¿Viene don Federico?
—Claro que va a venir—,
dijo Yañez.
—¿Sabe don Camilo? La gente está contenta y
se siente protagonista de un hecho muy impor-
tante. Somos nosotros, la gente humilde, los
inmigrantes o sus hijos, los que estamos
echando al tirano Jones. Para los que no
hemos nacido en esta tierra, esto nos da una
pertenencia, nos ancla definitivamente a este
lugar.
—Van a ser muy distintas las cosas a partir
de hoy, Montealegre, muy distintas.
D
on Juan Meglioli estaba contento aquel domingo.
Tras su separación de Elvira Recabarren, producida
varios años atrás, el pujante empresario había logrado
rehacer su vida.
La compañía de las hijas de su hermano Enrique, que vivía en
Angaco Norte, llenaban la inmensa casa de la avenida
Libertador
Por otra parte, había encontrado en Teresa de Martino, que tam-
bién vivía en Angaco, en la calle Larga, una compañera con la
que aunque no compartían la casa, se sentía muy a gusto.
Aquel domingo era el día de la Vigen de los Desamparados. En
aquellos años, la fiesta de la virgen era el acontecimiento más
importante en cada lugar.
Precisamente era el día elegido por su sobrina Aurora -luego
señora de Plateo- para tomar su primera comunión.
Habría mucha gente en la casa esa tarde, por lo que don Juan
quería estar de regreso temprano.
Entre las invitadas estarían Mercedes Robledo, directora de la
escuela Matías Zavalla, ubicada al lado de la iglesia, también
vendrían los Beretta y amigas de su sobrina.
Don Juan tomó su sombrero y se dispuso a subir al automóvil.
En ese momento la pequeña Aurora se le acercó acompañada
por María, la hermana mayor.
-Tío, por si llega tarde, deme su bendidión.
Meglioli besó a la niña, le dió la bendición y dijo:
-¡De ninguna manera me pienso perder ese momento tan
especial! ¡Por supuesto que llegaré a tiempo!
"Por supuesto que
llegaré a tiempo"
1921
20
NOVIEMBRE
Domingo
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NOVIEMBRE
Domingo
Juan
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