la_cena_de_los_jueves2 - page 127

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JONES
de Jones — No tema las persecusiones”.
Aquel domingo La Verdad traía un aviso que
sería tema de conversación en todos los café.
—¿Vio este aviso?—,
preguntaban con un
guiño cómplice los mozos de La Castellana a
los parroquianos madrugadores.
El cartel ocupaba media página, con orla de
luto, como suelen hacerse los avisos fúnebres
y decía:
“Liquidación. Se liquidan todas las exis-
tencias de la tiranía Jones por ausentarse
definitivamente de la provincia el empre-
sario”.
Domingo 20 — 9,30 horas
Carta y Leonardo Heard habían comenzado a
dormitar en el interior del auto, cuando se
abrió la puerta de la casa de Jones y apareció
Bianchi, acompañado por el ministro Zavalla
y Luis J. Colombo, el presidente de la Corte
de Justicia.
—Hágame el favor, Carta. Lleve a los
señores donde estos les indiquen y luego
regrese por acá.
Colombo y Zavalla se sentaron en el asiento
trasero.
—Vamos al Hotel La Castellana–
dijo
Colombo.
•••
El hotel estaba ubicado en la calle Mitre, a
pocos metros de la Plaza 25. Allí bajaron los
pasajeros y tras permanecer en el lugar algu-
nos minutos volvieron al coche.
—Nos va a llevar ahora a la casa de don
Alfaro Yrigoyen.—,
dijo Colombo
Allí habrán permanecido unos diez minutos,
regresando luego al auto.
—Esperemos que el presidente tenga esa
carta en sus manos mañana mismo—,
comentó Colombo a Zavalla.
Se refería a la carta que Jones le enviaba a
Hipólito Yrigoyen, informándole sobre los
hechos de San Juan, lo que preveía podía
ocurrir en las próximas horas y los instigado-
res de toda la situación.
Zavalla le pidió a Carta:
—Si no es molestia, don Carta, lléveme a
mi casa.
Zavalla se quedó en su casa y el auto siguió
viaje con Colombo, pasaron por lo de la
viuda de Rocha, con la que el magistrado
charló unos minutos y regresaron a la casa de
Jones
Colombo bajó del auto y entró a la casa.
Carta y Leonardo permanecieron en el auto.
F
ernando Santamaría había
nacido en San Juan en
1895, o sea que tenía 26
años. Tras cursar estudios primarios
y secundarios ingreso al Ferrocarril
Pacífico, en 1913, donde llegó a
ocupar puestos de importancia.
Militante activo del cantonismo, era
un hombre muy cercano a Federico.
Pero -valga la coincidencia- sus her-
manas eran muy amigas de las jóve-
nes Meglioli y frecuentaban la casa
de don Juan en Desamparados.
Precisamente aquel domingo
Santamaría tenía que cumplir con
un compromiso familiar: llevar a
sus hermanas Ida, Angélica y
Victoria a la casa de don Juan
Meglioli pues Aurora Meglioli
hacía su primera comunión y habría
una pequeña fiesta infantil.
Fernando llegó a la casa de
Desamparados, dejó a las chicas,
saludó a María, la hermana mayor y
quedó en pasar a buscar a las chicas
al atardecer.
-Lástima que mi tío Juan no va a
estar para el almuerzo-,
dijo
María.
-¿Está de viaje?
-Tiene que ir con el gobernador
Jones a Pocito, a ver una propie-
dad.
Fernando se sonrojó pero permane-
ció en silencio. Luego se despidió de
María y subió nuevamente a su
coche.
-¡Lo que es la política!-,
habrá pen-
sado, seguramente.
Como funcionario del ferrocarril,
Santamaría tenía acceso al medio de
comunicación más importante de la
época:
el telégrafo.
Aquel domingo Santamaría tenía
una función clave que cumplir: avi-
sar a la gente apostada en Pocito que
el gobernador iría hacia aquel lugar.
Y debía hacerlo con una palabra
clave.
Santamaría llegó a su oficina e
inmediatamente se dirigió a la sala
donde estaba el telégrafo.
Luego, sus dedos comenzaron a
repiquetear, transmitiendo el mensa-
je:
-Sunchos van.
Sunchos van
1921
20
NOVIEMBRE
Domingo
1921
20
NOVIEMBRE
Domingo
Fernando Santamaría
1...,117,118,119,120,121,122,123,124,125,126 128,129,130,131,132,133,134,135,136,137,...250
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