El Nuevo Diario - page 14

Viernes 10 de febrero de 2017
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ES EX DIRECTORA DEL COLEGIO MARÍA AUXILIADORA
Acaba de celebrar su cumpleaños 80 y Lucía Camperos
está de visita en Argentina, antes de volver a su misión
en la República Democrática del Congo. En la década de
1970 fue directora del Colegio María Auxiliadora de San
Juan y en los ochenta se fue a misionar a África. Lleva
más de treinta años allá y espera poder darle a los
jóvenes congoleses y a la misión hasta su última energía.
E
l tiempo podría haber vencido sus an-
helos y energía. Sin embargo, a sus
ochenta años recién cumplidos, la her-
mana Lucía Camperos sigue entusiasta, casi
tanto como la primera vez que cruzó el
Océano Atlántico hacia la aventura de misio-
nar en África. Fue directora del Colegio María
Auxiliadora de San Juan, pertenece a la con-
gregación salesiana y lleva más de treinta
años de misión en el lejano continente.
Ahora Lucía está de visita en Argentina y a
fines de febrero se embarca de nuevo hacia
la República Democrática del Congo y la ciu-
dad de Lubumbashi, donde trabaja especial-
mente con la población joven y los niños. En
su paseo por el país regresó a lo que ella
considera su lugar, San Juan, aunque su fa-
milia es oriunda de Salta y una parte impor-
tante está radicada en Córdoba. En diálogo
con El Nuevo Diario, habló sobre su voca-
ción, su misión en África, primero en Ruanda
y luego en el Congo. Explicó cuáles son las
dificultades, los problemas sociales y políti-
cos del continente y su aporte para mejorar
la situación de los jóvenes congoleños.
—¿Cómo descubrió su vocación a la vida
religiosa?
—Uhh… esas son cosas de Dios. Desde que
era muy pequeña el Señor me hizo compren-
der que me había creado para él. Mis padres
eran muy cristianos, me educaron en la fe,
como a todos mis hermanos. Pero yo desde
chica me di cuenta que el Señor me quería
para Él porque todo lo que se relacionaba
con Él me hacía feliz. Hice hasta quinto grado
en la escuela oficial y le pedí a mi mamá que
me mandaran al Colegio María Auxiliadora,
en la ciudad de Salta, porque quería ser her-
mana. Mis padres creyeron en lo que yo les
dije, a pesar de que no tenía más de doce
años.
—¿Cuándo estuvo en San Juan?
—Estuve en San Juan seis años como direc-
tora del Colegio MaríaAuxiliadora, en los se-
tenta. Me encariñé tanto que no puedo dejar
de ir. No tengo familia de sangre, pero son
todos tan queridos que es como si fuéramos
de la misma familia. Me siento tan feliz en
San Juan, es mi lugar.
—¿Cómo llegó a África?
—Llegué en el año 1983, cuando la madre
general de ese momento se hizo eco de una
propuesta de los salesianos. Ellos habían
propuesto tomar África como objetivo de las
misiones y la madre superiora nos hizo par-
tícipes de este plan. Yo me ofrecí enseguida
porque el asunto de misiones ya me traba-
jaba desde muy niña.
—¿Por qué quería ir a trabajar a África?
—Quería sumarme al proyecto porque la
madre general nos hizo comprender que
necesitaba muchas hermanas, el objetivo
era poblar de casas salesianas el África. Es
un proyecto que se está ejecutando hasta
ahora y con muy buen resultado. Porque
hay muchísimos jóvenes. En África la po-
blación joven es la mayoría, sobre todo en
el Congo. Hay un 60 —65 por ciento de jó-
venes, terreno basto para salesianos y sa-
lesianas.
—¿Usted estaba dispuesta a cualquier
cosa por su fe?
—Cuando uno ve con claridad su vocación
ya no hay nada más que hacer que largarse
detrás del Señor y dárselo todo, sin estar
mirando para atrás y sin calcular. Yo estoy
muy contenta de eso y lo sigo sin mirar
atrás. Cuando vengo para acá es solo de
visita.
—¿Qué miedos tenía cuando se fue por
primera vez?
—Pues no tenía miedo, siempre pensé que
emprendía una vida nueva y que no iba a
estar sola, habría otras hermanas. Al con-
trario, me hizo siempre feliz el pensamiento
de que podía dar mucho de mi vida y de mi
juventud a África.
—¿Con qué se encontró en África
cuando llegó?
—Con una realidad totalmente distinta de lo
que es Argentina, distinta en todo, me costó
un poco habituarme, sobre todo a la co-
mida. Nos enfrentamos con una cultura
llena de costumbres diferentes, la manera
de pensar y las creencias religiosas sobre
todo. Pero en poco tiempo nos hicimos muy
amigas de los jóvenes, que nos rodearon
por todas partes, porque son muy simpáti-
cos los chicos ruandeses.
—¿Dónde vivían con las otras tres her-
manas con las que llegaron?
—Cuando fuimos a Ruanda nos asignaron
como trabajo ocuparnos de los jóvenes en
una parroquia que quedaba a 44 kilómetros
de la capital (Kigali). Nos asignaron una ca-
sita chiquitita, hecha casi en la colina, a 900
metros sobre el nivel del mar, en Ruanda
hay muchísimas colinas.
—¿Cuáles eran sus tareas en Ruanda?
—Nos ocupábamos de los jóvenes, porque
los padres blancos son excelentes apósto-
les, pero hacen evangelización general. Era
necesario ocuparse de niños y jóvenes,
reunirlos, hacerles charlas de formación,
El gobierno (del Congo)
no tiene planes para los
jóvenes pobres, el sector
social no tiene ninguna
atención, si hay algo es
cuando se preparan
elecciones.
La hermana Lucía con ex alumnas y ex exploradoras de María Auxi-
liadora en su visita a San Juan.
Con 80 años, la her
mana
Lucía aún misiona en el Congo
Una nota de
Noelia Escales
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