El Nuevo Diario - page 11

Viernes 1 de abril de 2016
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cambio?
—No, estoy en contra del asistencia-
lismo. Yo nunca quise que me ayuda-
ran. Porque si venís a ayudar, te parás
en un lugar de superioridad que no va.
Lo que vale es el intercambio, no el
asistencialismo. Yo no creo en la inclu-
sión social porque eso significa que al-
guien estuvo excluido de la sociedad y
quién tiene tanto poder para excluir a
otro. La peor pobreza no tiene que ver
con lo económico; tiene que ver con lo
humano. Se pierde la identidad porque
no hay para comer y se sale a pedir y
cuando perdés la dignidad es difícil que
algo te la genere, por más que me den
dinero o planes, si no lidero mi proyecto
de vida nunca voy a ser rico. Si yo
tengo algo para compartir, es una ri-
queza que nadie me puede robar.
—¿Cómo fue insertarte en el campo
laboral “formal”, luego de conocer a
Tomás Panda en CREA?
—Fue más fácil de lo que yo creía, los
prejuicios están de los dos lados. Y
cuando me invitaron a CREA, pensé en
qué tengo yo que ver con el campo, con
gente que cría vacas o que son ingenie-
ros agrónomos. El prejuicio nace del
miedo y el miedo genera rechazo:
¿Qué me va a enseñar a mí la gente
del campo sobre liderazgo?, pensé.
Cuando los conocí, rápidamente se de-
rribó el prejuicio. Cualquier persona
tiene la capacidad para transformar. De
alguna manera yo tenía los mismos
prejuicios, desde el otro lado. Logré de-
rribar los muros. Empecé a descubrir
ese mundo.
—Así llegaste a gerente de RRHH de
Las Páez
—Fue un desafío. Cuando Tomás vino
a decirme que tenía que trabajar con
él, le dije que yo creía que todos los
empresarios eran garcas, pero que
después de escuchar cómo formó su
empresa, comunidad como él la llama,
cambié mi forma de pensar (risas). Me
pareció importante rodearme de gente
que pensara como yo.
—¿Qué sentiste luego de la explo-
sión generada a partir de la tu charla
sobre la pobreza en TED?
— Lo tomé como parte del crecimiento.
Existen múltiples pobrezas, y quien se
cree que por ocupar una gerencia o
estar en tal lado tiene más derechos
que otros, es una persona pobre. En
todos lados hay carencias tremendas
—¿Cómo fue el cambio familiar
luego de tu cambio de vida?
—Hoy todos mis hermanos trabajan,
de hecho una sigue en Las Páez, fue
muy importante. Yo sigo viendo en el
mismo lugar, en un barrio cerca de la
villa donde me crié. Estoy casado con
Soledad, y tengo dos hijos, Lautaro y
Catalina.
—Debe ser difícil mostrarles a las
empresas una nueva forma de ejer-
cer el liderazgo y de entender los
“recursos” humanos.
— El mundo laboral es un ámbito su-
mamente pobre. Sos valorado por tu
capacidad productiva, no humana. En
los últimos años, las empresas empe-
zaron a darse cuenta de que también
deben formar a sus empleados como
buenas personas. Un buen líder sabe
leer un presupuesto, pero también
crear un ambiente laboral de aprendi-
zaje y de pertenencia. Ya no le alcanza
con un buen sueldo y tampoco le va a
dedicar treinta años a una empresa sin
conciencia social o ambiental. En la
Fundación Creer Hacer, que trabaja
para crear puentes entre el sector pú-
blico, el privado y el social; acompaña-
mos a empresas que empiezan a tener
conciencia social y generamos proyec-
tos para jóvenes que viven en las vi-
llas, pero también llaman desde
barrios privados, para hablarles a jóve-
nes con conflictos.
—¿Hoy, qué es la felicidad para Da-
niel Cerezo?
—La felicidad pasa por entender que
formás parte de algo y que ese algo te
permite ser quien sos. Yo jamás me ol-
vido de dónde vengo. La peor pobreza
es la incapacidad que tiene uno para
proyectarse. La felicidad es cuando se
siente que hay otros y que se puede
ayudar; es la felicidad porque me hace
bien hacerle bien a otros.
E
l año pasado, Daniel Ce-
rezo publicó su primer libro
“Gerencia de Felicidad”
(Ediciones B), a través del que in-
vita a construir un camino hacia la
felicidad.
“Vivimos en una sociedad que
desde hace un tiempo está rom-
piendo los paradigmas a los que
estaba acostumbrada. Dentro de
esta sociedad cambiante, las em-
presas enfrentan el gran desafío
de adaptarse a los cambios, de in-
novar, de replantear estructuras y
formas de trabajo”, sostiene Ce-
rezo.
“Gerencia de felicidad” habla de un
ámbito laboral que incluya los sen-
timientos, los vínculos y las emo-
ciones; “que permita romper con la
idea de que la persona va por un
carril y el recurso humano, por
otro; el gerente por una vereda y el
empleado, por la vereda de en-
frente; el trabajo por un lado y la
felicidad, por otro. ¿Cómo? Pen-
sando de una manera nueva y di-
ferente nociones como la pobreza,
la vulnerabilidad, el trabajo, la pro-
fesión, el liderazgo, el poder y el
éxito”.
Cerezo muestra con su propia his-
toria de vida que es posible romper
moldes prestablecidos. Que todos
pueden convertirse en protagonis-
tas activos para cambiar la reali-
dad a partir de los valores, de la
pasión por la gente, por el cambio,
por el compromiso.
“Hoy se me brinda la oportunidad
de plasmar en estas páginas lo
que creo. Deseo de corazón que
su lectura enriquezca a quienes
tengan, como yo, la pasión de lle-
var al mundo del trabajo la vida
misma, y la felicidad a todos los
espacios de la vida. Mi deseo es
que como sociedad podamos in-
corporar nuestra humanidad tam-
bién al ámbito laboral, y que -así
como lo son la familia, los amigos
y el tiempo libre- trabajar sea una
fuente de felicidad”.
Gerencia
de Felicidad,
el libro
La felicidad pasa por
entender que formás
parte de algo y que ese
algo te permite ser quien
sos. Yo jamás me olvido
de dónde vengo
Yo no creo en la inclusión
social porque eso
significa que alguien
estuvo excluido de la
sociedad y quién tiene tanto
poder para excluir a otro
Daniel y
Soledad,
su novia
desde la
adolescen-
cia, con
sus hijos
Lautaro y
Catalina.
Daniel junto a sus cuatro hermanos que viven en Buenos Aires (uno está en
San Juan), Mariela, Marcela, Mauricio y Oscar, y su madre, Zulema Merlo.
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