Un quiebre
El terremoto de 1944 significó, sin
duda, un quiebre en la economía
sanjuanina. Surgió la necesidad de
crear fuentes de trabajo y una más
pujante economía. En todos los sec-
tores anidó la vocación por impulsar
una nueva agricultura e industrias
que sostuvieran la renovación edilicia
y otorgaran mejores niveles de vida.
Es difícil dividir esta etapa de la vida
de San Juan en el lapso estrecho de
una década. Hay una razón muy sim-
ple: la reconstrucción fue un proceso
que reconoció etapas pero que tuvo
una continuidad y significó una inver-
sión cuantiosa.
Emporio de trabajo
En ese lapso hubo laboriosidad y creatividad. Se senta-
ron las bases para una nueva ciudad. Las construccio-
nes crearon un verdadero emporio de trabajo. Se
formaron nuevas empresas. La población no temió en-
deudarse para construir o ampliar sus actividades. Y al
amparo de la construcción surgieron oportunidades para
oficios que demandaron la radicación de mano de obra
altamente especializada. Por aquellos años y hasta la
década del ’70 San Juan tuvo la mejor mano de obra del
país en el sector de la construcción. Arquitectos, carpin-
teros, ingenieros calculistas, técnicos constructores,
electricistas, plomeros, pintores, jardineros, eran dispu-
tados por las empresas. Pero todo esto recién comenza-
ría a producirse cuando la década estaba por terminar.
Hacia la ciudad
El incremento de los fondos de coparticipación federal que tenían como destino la reconstrucción, sumado
a los créditos que se otorgaron en forma por demás ventajosa hizo que volvieran muchos de los que ha-
bían emigrado a raíz del terremoto a la vez que la radicación de obreros de la construcción profundizó un
fenómeno que ya estaba en marcha: la emigración hacia la ciudad.
Es en estos años cuando se produce una marcada expansión urbana. La gente viene a trabajar a la ciudad
y comienza a crecer, de un modo imparable, el departamento de Rawson, como a partir de los años 60 lo
haría Chimbas. El censo de 1947 señaló que ya el 32 por ciento de la población de San Juan –que era de
261.229 habitantes—, vivía en el Gran San Juan.
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