Juan Carlos Bataller
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Durante quince minutos el profesor insistió argumentando que los
muchachos de la UOM no se andaban con chiquitas y que lo mejor era
que nos instaláramos en su domicilio.
—Mirá que vos tenés la agencia en tu casa y si producen un atentado
será acá...
No hubo caso. El periodista insistió en que no era necesario y Camus y
Aguilar se fueron preocupados ordenando una custodia en el lugar.
Cuando ya habían subido al auto, el gobernador abre la ventanilla y
dice:
—Si cambias de idea, a la hora que sea, te venís a casa.
Y casi partiendo ya, agregó:
—Ah... enseguida te va a llegar el telegrama de respuesta.
Dicho y hecho. A los pocos minutos llegó un colacionado que decía
:
“rechazo por improcedentes y ofensivos los términos de su telegrama.
En el país y en la provincia existen total seguridad. Intimo a usted
para que rectifique los términos de su nota. Colaciónese”.
Gestos como este se que los tuvo con mucha gente. Por eso, no me cabe
dudas de calificar como una
verdadera infamia la detención en la cár-
cel de Chimbas de don Eloy por el gobierno militar que lo derrocó.
Justo a él que fue una de las pocas voces que en medio de la tragedia
que vivía el país,
intentó aportar cordura y humanismo.
El gobierno era él
La personalidad de Camus hizo que el gobierno fuera él, aunque tuvo
algunos colaboradores muy eficientes. No tuvo un entorno que le ma-
nejara las cosas.
Su gobierno fue un mosaico de tendencias, edades, trayectorias. Una re-
presentación del peronismo de esa época.
A su lado podía coexistir gente de edad, como don Pablo Ramella o
Roque Gallerano junto a jóvenes como Juancho Jimenez o Rogelio Cer-
dera.
Sus conexiones en el orden nacional le posibiltaron tener como asesor
económico al ex ministro de Perón
Roberto Ares
aunque el cargo de mi-
nistro en los primeros años lo desempeñó un sobrino de su esposa, Pililo
Valenzuela.
Don Eloy fue uno de los gobernadores que llegó al cargo con más edad
(70 años), sólo superado por Alfredo Avelín que tenía 74 años cuando