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obligación del dirigente sindical es transmitirla. Deberá mostrar lo que
ha hecho en la historia sindical de nuestra provincia y lo que el dirigente
del futuro hará con lo que la historia le transmite. La responsabilidad
dirigencial no puede eludir esta cuestión. Pero transmitir es enseñar y
enseñar es conducir.
En líneas generales se nos propone imaginar la conducción sindical en
el lapso de dos décadas y en qué objetivos pondrá su acento. Debemos
aclarar que las reivindicaciones laborales concurren a la misma idea es-
tratégica de lo que un sindicato es en realidad. En cambio, centrar la ac-
ción en los servicios o en la formación del trabajador más bien son
objetivos contingentes en una perspectiva de veinte años.
Como la conducción sindical, un asunto permanente no podría pensarse
que se desenvuelva en un medio que no cambia.
- ¿Piensa que para 2035 habrá un sindicalismo distinto que en lugar
de buscar salarios igualitarios alentará condiciones diferentes para
cada trabajador?
-No encuentro que exista un conflicto de objetivos entre los salarios y
las condiciones laborales diferentes de cada trabajador. El término “sa-
larios igualitarios” es un concepto ético y normativo. Es correcto en esa
dimensión porque asume como presupuesto la misma dignidad retri-
butiva para cualquier tipo de trabajo. Pero no es un término realista.
Tampoco verificable en los hechos. Solamente conocemos su aplicación
en la Rusia soviética entre los 1919 y 1923 y en el curso de la colectivi-
zación china en 1950-1960.
Como antes mencionamos, el carácter dinámico y adaptativo del sindi-
calismo es evidente que en el año 2035 la estrategia sindical siempre idén-
tica en sus principios experimentará distintas modificaciones tácticas. La
reivindicación permanente del salario constituye uno de los principios
sindicales. La solidaridad orgánica de los trabajadores es el otro. No habrá
entonces un sindicalismo distinto al de ahora en ese orden de cosas.
Pero cuando se pregunta si el sindicalismo promoverá condiciones di-
ferentes para cada trabajador creo que se está filtrando un modelo liberal
de “contrato individual” y no colectivo. En efecto, si cada trabajador
promueve condiciones diferentes y, por lo tanto, particulares ¿por qué
no negociar en forma individual esas condiciones? Ciertamente que ello
implica un conjunto de valores que alcanzan realidad en la relación la-
boral y en los intereses que van articulando la condición de la “clase tra-
bajadora”. Por eso no dudamos un instante que la ofensiva antisindical,
Juan Carlos Bataller