donde estaba ubicada la casa de los Cantoni.
Bajaron Porto, Stockle, Bossio y Yañez. El ingenie-
ro ordenó al sargento León que descendiera del auto.
—Bajate, a ver si te curan esa herida.
Stockle sacó las armas y las municiones del baúl del
auto. Cargó algunas él y otras Bossio.
En la casa de Cantoni todo era fiesta.
Más de medio centenar de eufóricos militantes viva-
ban a la revolución.
—Ingeniero, se acabó Jones, se acabó... –,
Escuchó
que alguien le decía.
—¿Qué pasó –
preguntó Porto.
—Está muerto. Los muchachos lo mataron.
Porto no respondió. Sólo preguntó:
—¿Dónde está el doctor?
Le señalaron una de las piezas. Porto abrió la puerta y
sin golpear entró. Cinco minutos más tarde volvió a
salir.
—Yañez, nos vamos a Pocito a ver qué ha pasado.
Que vengan otros muchachos en otro auto. Y trai-
gan armas.
En un auto subieron Porto, Yañez, Bossio y Stockle.
En el otro, Schiavone, Alberto Rojas y Montealegre.
Segundos después, a gran velocidad, los autos viaja-
ban hacia el sur.
Domingo 20 — 16 horas
E
l oficial Oviedo y el sargento León habían
sido ubicados en el sótano de la casa de
Federico Cantoni.
La tapa del sótano no alcanzaba a acallar el sonido
de las voces y gritos que llegaban desde la planta
alta. Llegaban nítidos los vivas a la revolución y las
expresiones soeces contra Jones
—¿Te curaron la mano?
—Sí—,
contestó León con evidentes muestras de
dolor.
—¿Quién te curó?
—El doctor Cantoni.
—¿Cuanta gente calculás que hay arriba?
—Hay más de cincuenta y están armados.
—¿Reconociste a algunos?
—Sí. Están Lisandro Lucero, Montealegre,
Reinoso, Arturo Haffar, Conturso...
—¿Y qué van a hacer?
—Escuché que Montealegre le decía a Conturso
que si llegaba la policía la iban a cagar a tiros
pero si les mandaban el Quince de Infantería se
entregarían.
1921
20
NOVIEMBRE
Domingo
142
JONES
A
quel domingo se iba a produ-
cir otro hecho que pasaría a
formar parte de la causa judi-
cial. Este es el relato de uno de los poli-
cías intervinientes.
Gerardo Guevara era un veterano poli-
cía. A los 43 años estaba casado y se
desempeñaba como comisario de la
seccional segunda.
—Comisario Guevara ¿Cuál fue su
actuación ese día?
—El día veinte, al tener conocimiento
de la muerte del gobernador Jones,
tomó el automóvil de la gobernación y
llevando al sargento Saavedra, tres
agentes, al comisario Agobas Anglada
y al subcomisario Albarracín nos dirigi-
mos a la Rinconada. En el camino
encontramos al doctor Colombo, que
nos ordenó que regresáramos inmedia-
tamente, que habían dispuesto recon-
centrar las fuerzas en el departamento
Capital.
—¿Colombo era uno de los heridos
del atentado...
—Sí, el señor Colombo venía herido,
en un auto, acompañado de Bianchi y
otra persona que no recuerdo.
—¿Qué hicieron ustedes?
—Regresamos y al pasar por la esquina
de calle de Los Naranjos se interpuso
un individuo a caballo el que chocó
contra el auto en que veníamos, el que
se descompuso. En ese momento senti-
mos una descarga y luego varios más
que nos hacían desde unas alcantarillas
personas que allí se habían parapetado.
También hacían fuego desde un rancho
que hay frente al almacén de la esquina.
—¿Qué hicieron ustedes?
—Ordené contestar el fuego haciéndolo
mi gente desde pié a tierra, pues se habí-
an bajado, quedando yo solo en el auto.
Entramos luego al almacén, desde donde
vimos a una viejita que desde el rancho
de enfrente del almacén les hacía señas
con un pañuelo a los otros, quienes
huyeron. Nosotros íbamos a hacerles
fuego desde una ventana, pero a pedido
de la dueña del almacén no lo hicimos
dejándolos ir.
—¿Usted dió la orden de no tirar?
—Sí, yo la di expresamente. Si lo hubié-
ramos hecho podríamos haber matado a
algunos.
—¿Identificó a los atacantes?
—De los asaltantes pude distinguir a
Rojas, Montealegre, Bossio y Yañez.
—¿Usted cree que ellos intentaban
enfrentarse con la policía?
—No, yo pienso que al hacernos fuego,
han creído que éramos otras personas,
políticos, dirigentes. Y fíjese que noso-
tros fuimos por nuestra propia iniciativa,
creyendo cumplir así con nuestro deber.
Yo fui el único funcionario que concu-
rrió.
—¿Hubo heridos en el tiroteo?
—Yo no vi caer ningún herido, aunque
después supe por referencias que había
sido muerto un menor.
—Terminado el tiroteo... ¿qué hicieron
ustedes?
—Como el auto había quedado averiado,
no quedó otra alternativa que regresar a
pie... y reconcentrarnos en la Central de
Policía.
Tiroteo en la calle
de Los Naranjos