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JONES
Seguíamos indagando y descubríamos
que la estructura estatal era muy pequeña.
El Poder Ejecutivo sólo tenía dos ministe-
rios, no existían las secretarías de Estado,
no figuraban asesores ni secretarios ni
coches oficiales. La administración públi-
ca funcionaba mañana y tarde. En el
Poder Judicial la Corte sólo tenía tres
miembros y aunque durante unos pocos
años más funcionarían dos cámaras en el
Poder Legislativo, la suma de todos los
legisladores era menor a la de los que hoy
tiene nuestra única cámara y sólo 15
empleados permanentes tenía la
Legislatura.
En los municipios los concejos delibe-
rantes eran honorarios es decir que los
concejales no cobraban y las plantas de
personal en la algunos casos no superaba
las cinco personas.
Finalmente nos asombrábamos al com-
probar que una provincia tan pequeña ya
había dado al país un presidente
(Sarmiento), un vicepresidente (Del
Carril) y seis ministros nacionales.
P
ero entremos al mundo de la produc-
ción que es el que más sorpresa nos
daría.
San Juan contaba con dos aguas minerales
que se envasaban y se vendían en todo el
país: Pismanda y El Salado. Esta última era la
más famosa de la Argentina.
Una red ferroviaria interna comunicaba los
departamentos en apoyo de la producción y el
transporte de pasajeros. Se podía viajar en
tren a Chimbas, Santa Lucía, Caucete, 25 de
Mayo, Pie de Palo, Marayes, Desamparados,
Marquesado, Rawson, Pocito, Cañada Honda
y estaba por inaugurarse la línea que permiti-
ría llegar a Albardón y hasta Jáchal.
P
ero lo importante eran los hombres, el
empuje que tenían. Ya nos hemos
referido a algunos de ellos como
Graffigna, Del Bono, Williams, Langlois,
Beretta, Germán Wiedenbrug...
Pero había centenares de ellos. San Juan
había recibido un formidable impulso con el
ferrocarril y la llegada de los inmigrantes que
venían sin dinero pero poseedores de una cul-
tura del trabajo unas ansias indoblegables
de progresar.
Y lo hacían, a pesar de no contar con caminos,
con energía, con agua, con protección del
Estado...
Veamos algunos ejemplos:.
José Campodónico vino de Italia con 15 años,
casi analfabeto. Empezó en 1.888 como emplea-
do de la bodega Devoto y Cía. Diez años despues
se asocia con Juan Lértora, independizándose. En
el año 1.920 ya poseía inmensas fincas en
Angaco Norte, Trinidad y Santa Lucía, elaboraba
más de un millón de litros de vino y daba trabajo
a centenares de personas.
El español Luis Ugarte llegó a San Juan en
1.885 para trabajar en un aserradero. Pronto se
independizó y en 1.908 ya había instalado una
usina en Zonda, en sociedad con don José
Segovia. Don Luis se había transformado en los
años 20 en el más importante industrial metalúr-
gico y fabricaba máquinas agrícolas y para bode-
gas.
Don Checre Zogbe había llegado a la provin-
cia en 1.903 y se inició con una pequeña tienda.
Quince años después era el principal elaborador
de anisado del país. Más de 350 mil botellas de
anisado hecho en la provincia vendía este progre-
sista árabe que llegó sin hablar el idioma y
comenzaba en los años 20 a ampliar sus activida-
des a la elaboración de vinos mistelas y había
levantado en la calle 25 de Mayo una bodega de
5 mil metros cuadrados.
Don Antonio Pósleman no elaboraba anisado
sino “anis turco”, el famoso
Arac
. Se había radi-
cado en 1.898 sin un peso y cinco años despues
ya había juntado dinero para independizarse y
poner en marcha su industria. El Arac sanjuanino
se consumía en medio país, adonde se despacha-
ba cada año unas 30 mil damajuanas y 35 mil
Viene de página anterior.
El mundo de la producción
Salvador López Peláez, arribó en 1898
Luis Ugarte, llegó en 1885
Pedro Guillemain, llegó en 1905
Departamento
de envases y
etiquetas de
la fábrica de
cerveza de
Juan Sarich.