Juan Carlos Bataller
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avión enviado por la presidencia para llevar al doctor García a Córdoba
lugar donde el podría seguir de cerca la evolución.
La opinión de Mothe era de mucho peso, no sólo por su amistad con
Américo García sino también porque era un eminente médico
Américo fue finalmente trasladado a Córdoba e internado en el Hospital
Privado de esa ciudad.
A todo esto había asumido el gobierno de la provincia el vice goberna-
dor, Alberto Correa Moyano y se comunicaba oficialmente a la pobla-
ción sobre el accidente y el estado de salud de García.
Digamos que García permaneció 30 días internado en Córdoba y tras
ser trasladado a San Juan debieron pasar otras dos semanas antes de
que pudiera concurrir a su despacho ubicado a pocos metros de la resi-
dencia oficial donde vivía el gobernador y su familia.
Una prueba de la gravedad de las lesiones sufridas es que según me
dijo años después el propio García le quedó como consecuencia visible
una espalda deformada y una pérdida de altura de más de cinco centí-
metros.
Mi relación con Américo
En aquellos años yo era un niño.
Pero veinte años después – en 1.982- yo regresaba a San Juan después
de varios años de ausencia en los que me desempeñé como secretario
de Redacción del diario Clarín en Buenos Aires, primero y luego como
corresponsal en Roma y la Santa Sede.
Y volvía con 35 años y un inmenso deseo de ser parte de la reconstruc-
ción democrática de un país que estaba saliendo de la etapa más negra
de su historia.
Había decidido dejar el periodismo y dedicarme a la política.
Comencé a militar en el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID),
el partido de Frondizi, Frigerio y Américo García.
Al poco tiempo me eligieron presidente del partido del que Américo
era el máximo referente en San Juan. Y mi relación con él fue casi coti-
diana.
Acordemos un punto: era una Argentina distinta y se vivía una política
distinta. Un tiempo que quien no lo ha vivido quizás no llegue a com-
prenderlo en su magnitud.