Juan Carlos Bataller
Esa soledad se potenciaba con su forma de conducción. Quienes a través
de los votos llegaban a ocupar un cargo de importancia, advertían que
no podían actuar con ciertas imposiciones y se alejaban del partido. Ocu-
rrió con los diputados nacionales Moreno Ferrer, Otto Argentino Torres
y Omar Aveta, los intendentes Zulma Ortiz, Carlos Fernandez, Vicente
Mut, Jorge Abelín y José Antonio Camacho, los diputados provinciales
Italo Argentino Canata y Cornejo y hasta dos incondicionales durante
muchos años, como su compañero de fórmula en una elección, Julio
Prado y su ex asesor y ministro de Economía Ricardo Ortiz.
Alfredo Avelín quedaría en mi memoria como un político distinto, un
hombre de otra época, absolutamente desinteresado de cuestiones de
dinero, honestamente preocupado por mejorar la situación de los más
desprotegidos.
Fue sin duda uno de los grandes protagonistas de la política sanjuanina
durante cuatro décadas. En varios momentos fue el dirigente con mayor
consenso en la provincia.
Fue, además, un político de convicciones firmes en la defensa de deter-
minados valores. Un hombre cuya voz fue importante en el Congreso
de la Nación aun cuando se disintiera con sus opiniones.
Pero, es necesario decirlo,
no se preparó para atender la complejidad
que impone gobernar un Estado ni en acercar a los mejores especia-
listas en cada uno de los centenares de temas que abarca una ges-
tión.
Además, privilegió sus principios por sobre los intereses de la provin-
cia. No aceptó, como si lo hicieron otros gobernantes
, “tragarse sapos”
cuando de eso dependía tal vez pagar sueldos o terminar una obra.
Avelín advirtió tarde que no era lo mismo conducir su partido donde
fue fundador e indiscutible líder que manejar una provincia con diri-
gentes y partidos que no coincidían con muchas de sus propuestas. Una
prueba de ello es que en sus últimos meses como gobernador le resultó
muy difícil armar un gabinete de nivel.
La muerte
El 26 de enero de 2.012, minutos antes de las once de la mañana, murió
Alfredo Avelín. Tenía 84 años. Su esposa, Barbarita, su compañera en la
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