Los gobernadores de mi memoria
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“Arreglá para que este gasto lo pague el Senado”,
le encomendó, expeditivo,
uno de los senadores justicialistas.
El consultorio en el bloque
Sigue el relato de la periodista:
“Sobre el escritorio del despacho de Avelín, en el cuarto piso del Senado, hay
rastros de su profesión:
un tensiómetro y un estetoscopio conviven entre
proyectos de ley.
Es común verlo con el instrumento destinado a escuchar latidos ajenos colgado
de su cuello o recomendando a alguno de sus asesores que afloje con el stress.
En una escena similar, Avelín recibió a esta cronista
. “Pase m´hija, adelante”,
invitó mientras terminaba de revisar a su paciente en el improvisado consulto-
rio.
La charla con el senador, de una hora y media, se interrumpió dos veces.
La primera vez, para que Avelín recetara por teléfono el tratamiento adecuado
para un oído que supuraba. Y la segunda, para que el mozo que traía el café co-
nociera el estado de salud de un ascensorista del Senado que había sufrido una
descompensación por quedar atrapado en el elevador.
“Logré que pusieran un teléfono en el ascensor
—explicó Avelín—.
El
hombre tiene que poder avisar si pasa algo”.
Muchos de sus compañeros de la Cámara alta toman en broma lo que dice en el
recinto. Se caracteriza por hacer reclamos de asistencia sanitaria cuando nadie
los espera.
El año último, en pleno escándalo del caso Yabrán, el jefe de Gabinete, Jorge
Rodríguez, acudió al Senado para uno de sus habituales informes un día después
de que recibiera en la Casa Rosada al empresario.
La oposición tenía preparada artillería pesada para acusar al funcionario por
los vínculos del poder con el negocio telepostal. Al promediar el debate, en medio
de un clima caliente, Avelín planteó un tema que en él ya es un clásico:
la ne-
cesidad de que el Gobierno donara un tomógrafo para un hospital pro-
vincial de San Juan.
Como Rodríguez se fue sin responder, el legislador le gritó antes de que aban-
donara su silla:
“¡Usted es el primer corrupto!”.
Hoy todavía sigue reclamando el aparato.
“Cuando hablo de las parturientas que se mueren y de los desdentados, hay mu-