El asesinato
político
Cualesquiera sean las causas que
hayan influido en la determinación de
asalto tan inaudito, no es posible encon-
trarle atenuantes.
La democracia argentina, en salvaguarda
de su prestigio y cultura, debe formular la
más enérgica protesta contra esta clase de
atentados, salvajes siempre y que, usados
como procedimiento de eliminación política
del adversario, retrotraerían a nuestro país a
las épocas nefandas de las montoneras y
de los emponchados, cegando de paso el
único camino legal que debe permanecer
expedito para la designación de las autori-
dades públicas del Estado, el comicio
abierto a la libertad del ciudadano
Los Principios
Diario de Córdoba
162
JONES
1921
NOVIEMBRE
Domingo
27
COMO SE DESARROLLO
LA TRAGEDIA DE SAN JUAN
“
”
Un crímen de caracteres
singularmente nuevos
Todo el mundo sabía que
iba a acontecer
Los instigadores y
los ejecutores del plan
El día fatal.
San Juan (De nuestro enviado especial)
N
o es recién después del crimen que
se ha tenido conocimiento de que
había quienes estaban dispuesto a
matar al doctor Jones: Desde tiempo atrás se
sabía que, o venía una nueva y más amplia
intervención federal, o sucedería lo aconteci-
do.
Cuando la fracción radical disidente se con-
venció de que no debía guardar esperanzas de
que el gobernador se doblegase a sus imposi-
ciones —en parte porque ellas eran tan faltas
de razón que iban hasta querer ser de aquel
un mero instrumento y en parte porque el cír-
culo que le rodeaba se encargaba de agriar las
diferencias— comenzaron a pensar seriamen-
te en la conveniencia de hacer una revolución
para derrocar a ese mandatario.
EL proyecto no era difícil de llevar a la prác-
tica con éxito por el arraigo que el doctor
Cantoni tenía en gran parte de la masa popu-
lar sobre todo entre las clases pobres, y aún
las de baje ralea, le garantizaba un buen con-
tingente de hombres dispuestos a hacer todo
lo que aquel les dijera y en cuanto a arma-
mento no faltaban capitales en el grupo.
Según declaraciones de algunos detenidos,
así se resolvió efectivamente y el movimiento
debió haberse realizado en junio, compren-
diendo la simple detención del gobernador y
sus ministros, sin causarles mal alguno. Pero
en esos días se redobló la vigilancia en los
sitios —la casa de gobierno y la del doctor
Jones— que constituirían los principales pun-
tos de mira de los revolucionarios. Por lo cual
estos cambiaron su primitivo plan por el de la
simple eliminación de la persona del doctor
Jones.
M
e inclino a creer que la especie
contraria, que me manifestaron
varios cantonistas, fue desechada
por gran mayoría, pues se sabía que el presi-
dente de la República apoyaría a toda costa al
doctor Jones y aún en el supuesto que la
revolución resultase triunfante, aquel inter-
vendría de inmediato con todas las fuerzas
que fuesen necesarias y devolvería el poder al
gobernante depuesto, con lo cual se hubiera
vertido sangre inútilmente y los revoltosos
hubieran llevado su castigo.
Parece, en efecto, razón mucho más valedera
ésta que aquella, para desistir de un plan y
acordar el otro; porque si en junio realmente