El Nuevo Diario - page 12

El caso trascendió porque se
trata de un apellido recono-
cido del medio local. Hubo
quejas de morosidad en la
instrucción de la causa.
El acusado recién fue dete-
nido cuando se le realizó la
Cámara Gesell a la víctima.
Está procesado con prisión
preventiva por el delito de
abuso sexual con acceso
carnal reiterado. El juez
también le trabó un embargo
de 300.000 pesos
—¿Cómo tomó el procesamiento de
Francisco Pereyra, teniendo en cuenta
que se le imputaron delitos más graves
que los denunciados?
—El procesamiento del Sr. Pereyra nos
trajo algo de paz y tranquilidad. Es muy
difícil describir lo que significa para una
familia atravesar por esto. Mi hermano es
un niño, un ser dulce, especial. Desde
niño, en una época donde no existían los
recursos que hoy si existen para acompa-
ñarlo e insertarlo socialmente, mi madre
trabajó con amor y en forma instintiva
para que fuera útil y se valiera por sí
mismo. Fue un trabajo a diario y de amor,
que continué cuando ella murió. El proce-
samiento de este señor, es la mínima res-
puesta que uno espera ante tanto daño
irreparable.
—¿Cómo se hace para contener a la
víctima?
—Nada puede ser igual. Él no es el
mismo, está triste, angustiado. Esto no se
repara, nada puede volver a ser como
antes. Le arrebataron la alegría y mucho
más que eso. Lo acompañamos con
amor, ayudándolo a superar miedos. Un
amor constante. Él desempeñaba tareas
desde hace años en un lugar y hasta
debió ser trasladado del lugar físico de
trabajo. Si a usted o a mi nos pasa lo
mismo, tenemos elementos, recursos
para defendernos, él no contó con esa
posibilidad. Tampoco cuenta con muchos
recursos para entender los cambios en su
vida, ni los por qué. Es desgarrador ver
todo lo que se le arrebató.
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Viernes 9 de diciembre de 2016
DESPUÉS QUE LA JUSTICIA PROCESÓ AL ACUSADO
El procesamiento
de este señor, es la
mínima respuesta que
uno espera ante tanto
daño irreparable
Habla la hermana de la persona con síndrome
de Down abusada en el lugar de trabajo
—¿Cómo calificaría a Pereyra?
—No tengo palabras. Como dije antes,
mi hermano es una personita dulce, un
ser de luz, sin posibilidades de defen-
derse, ni poder ver maldad o malas inten-
ciones en otro, porque no las tiene. ¿Qué
puedo pensar de este hombre? No sé
qué palabra le cabe, un perverso. No
puedo entender cómo un ser humano
puede dañar a un niño con discapacidad,
multarlo y amenazarlo de no contar a lo
que lo sometía, engañarlo, y cuando in-
tentó defenderse, lo hizo desde un lugar
donde volvió a ultrajar a mi hermano y a
nuestra familia. No existe palabra que
pueda describir o calificar a este mons-
truo y también a aquellos que lo ayuda-
ron, taparon, y revictimizaron a mi
hermano.
—¿Cómo reaccionó la empresa ante el
hecho?
—Como yo nunca lo hubiera hecho. Si
usted deja a su hijo en mi casa y algo le
pasa, yo soy la responsable y me haré
cargo de todo para reparar el daño. Lo
acompañaré, y jamás lo dejaré hasta so-
lucionar el problema. No es cualquier em-
presa, es una empresa a la que estamos
ligados desde lo afectivo. Creo que primó
cualquier otro interés, menos mi her-
mano, menos la víctima.
—¿En algún momento sintió que la
causa estuvo frenada?
—El proceso judicial fue durísimo. Tengo
que rescatar el trabajo de mi abogada,
María Laura Altamira, que nos acompañó
en todo momento, nos dio tranquilidad y
contención más allá del trabajo de abo-
gada. Mi hermano se sintió protegido. Lo
acompañó durante todo el proceso y más
allá de lo legal. Sentimos con ella que el
dolor era más llevadero. De la misma ma-
nera con la asesora de Menores, Patricia
Sirera, y las profesionales de la Secretaría
Social. Sentí muchas cosas con el sistema
judicial. En primer lugar el dolor, llegar a
hacer la denuncia y que me contestaran
que antes había causas más graves.
¿Cómo calificar la gravedad en nuestro
caso particular? Una persona con Sín-
drome de Down, abusada, ¿en qué lugar
de gravedad o urgencia está para la Justi-
cia? Después, si bien en este tipo de
casos es difícil tener pruebas o testigos,
mi abogada aportó filmaciones, testimo-
nios y hasta el reconocimiento por parte
de Pereyra delante de una escribana, pero
no alcanzó para ordenar su detención.
Esto llegó cuando le hicieron la Cámara
Gesell a mi hermano. Sentí más allá de
poder calificar como demorada la causa,
que la sociedad aún no está preparada
para abordar a personas con discapaci-
dad, en situaciones como estas. Máxime
cuando es una discapacidad tan obvia.
—¿Cómo se reconstruye la vida fami-
liar?
Se reconstruye desde el amor. Conte-
niendo a nuestro niño. Brindándole seguri-
dad, haciéndole saber que este señor no
podrá dañarlo más, y tampoco podrá
dañar a otros indefensos
,
respetando los
tiempos de mi hermano, acompañando en
sus reacciones, enojos y angustia.
—¿La justicia por mano propia en
algún momento se le pasó por la ca-
beza?
Si hablo de amor, si criamos a mi her-
mano desde ese lugar, no podría actuar en
forma distinta.
Solo me cabe pensar en acercar la vida ac-
tual a lo más parecido a la vida que mi her-
mano tuvo. El dolor ante un hecho de estos
es indescriptible, mucha bronca. Recurrí a
las personas e instituciones que podían y
debían ayudarme, las respuestas fueron en
calidad e intensidades distintas. A la justicia
le debimos aceptar sus tiempos y modos,
aunque estos volvieron a dañar.
Imagen ilustrativa
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