1 gobernadores siglo XIX 2015 - page 208

Juan Carlos Bataller
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Nadie hubiera imaginado que aquel viejito que desempeñaba el artesa-
nal oficio de
“encuadernador de legajos oficiales”
ocupó en un tiempo
la gobernación de San Juan.
Es más, el hombre encorvado por sus 90 años, que realizaba sus tareas
en la antigua Casa de Gobierno ubicada en la calle General Acha, fente
a la Plaza 25 de Mayo, fue sin duda
el hombre público de más larga
trayectoria que haya tenido San Juan en su historia.
Se llamaba Manuel María Moreno. Y había nacido el 28 de enero de1830,
en el seno de una familia que si bien no hizo fortuna, podía exhibir entre
sus miembros algunas figuras destacadas de la época colonial.
Moreno no era un hombre de gran instrucción. Pero era un prolijo con-
tador que entre números había prestado sus servicios al Estado sanjua-
nino.
Sin mayor empuje ni iniciativas, su vida transcurrió en la más absoluta
mediocridad.
En aquellos tiempos, todos los cargos públicos eran políticos.
Llegaba un gobernador y ponía su gente en todos los cargos, desde la
policía a los juzgados de paz.
Y aquel prolijo tenedor de libros un día sintió que se le despertaba la
vocación política.
A partir de ese momento comenzó una carrera que lo llevaría a ocupar
los más altos cargos de la provincia.
No era un líder, menos un caudillo. No tenía un discurso que atrajera a
la gente ni se distinguía por sus dotes de conductor o por sus ideas de
progreso.
Simplemente estaba, ahí, en el lugar justo.
Los comienzos
Todo comenzó cuando ya contaba con 37 años y el gobernador Camilo
Rojo lo designó en un oscuro cargo:
juez de paz en Caucete.
No pasaría mucho tiempo para que se lo ascendiera a otro cargo menor
pero influyente en el lugar: comisario de policía.
Como si eso fuera poco, ese mismo año de 1867, Manuel Moreno fue
electo diputado provincial.
Pocas veces se vio un ascenso tan rápido:
tres cargos en un mismo año.
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