Quiroga Garramuño,
luego señora de Salas.
Al parecer, según una versión, Benavides había hecho azotar
una vez a la dama
“por murmuradora”.
El caso es que los Quiroga
vejaron el cadáver.
El gobierno de turno, por su parte, no sólo permitió la vejación
sino que nada hizo al respecto, entregando recién el cuerpo del
caudillo manso a su esposa al día siguiente.
el cadaver intacto
C
orría el año 1.910 y hacían más de cincuenta años que el
general Nazario Benavides había muerto, asesinado en
los altos del Cabildo.
Cuenta el doctor Rogelio Driollet que siendo niño -tendría
unos 12 años- pasó en ese tiempo por el cementerio de la
Capital en el mismo momento en que se había abierto el ataud
de Benavides para trasladarlo del mausoleo de la familia
Zavalla a la bóveda de don Domingo Gervasio.
—Benavides, a más de medio siglo de su muerte, estaba
casi intacto. De pie en el ataud, imponente en su figura de
casi un metro noventa, la visera de la gorra militar a ras de
los ojos, la casaca azul, la bombacha roja, el sable al cinto y
las botas a la usanza federal. Una sombra de bigote sobre
el labio y un esbozo de sonrisa en el rostro-,
dice el relato
del doctor Driollet.
Nazario
Benavides
Juan Carlos Bataller
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Anécdotas de la política sanjuanina
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